lunes, 4 de octubre de 2021

Recordando al pasear por nuestro parque (Publicado el 4 de octubre de 2021)

Nuestro parque, el Rosalía de Castro, gusta a todas las personas con las que hablo. Puestos a pormenorizar, a unos les gusta por una cosa, a otros por otra. Hay quienes disfrutan visitándolo por ver sus árboles, otros prefieren sus flores. Muchos alaban el paisaje que se puede ver desde el mirador, mientras no faltan quienes agradecen su silencio. Mil personas, mil motivos. Lo de siempre, pero está bien esa diversidad. Lo dicho, por lo que sea, nos gusta a todos.

Creo que cada uno tiene alguna foto que le hicieron en el parque. Fotos en cualquier banco, o en la entrada, en las escaleras, en el puente, en el mirador, en el mapa o en la pérgola. Bonitos rincones de ese gran estudio fotográfico que también es nuestro parque, donde el toque personal es apreciado, pues mientras algunos encuentran bonitos los arbustos floridos, otros buscan los patos como fondo de sus imágenes. Aquellos tiempos de las fotos hoy siguen siendo los mismos. El tiempo pasa por el parque, por sus estructuras, diferente en cada estación, pero siempre igual a sí mismo en cada época del año. Nosotros somos los que vamos cambiando. Siempre habrá un niño fotografiándose en algún lugar bonito del parque o unos ancianos paseando cansinamente al sol del atardecer allá por el mirador. Pero con los años otros serán los niños que se fotografían y otros ancianos los que pasearán bajo el sol de siempre. “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”, dice un poema conocido, y es muy válido para esto de los recuerdos y ver el tiempo pasar.




Me gusta ir al parque a recordar, a revivir y en estas situaciones, quiero ir solo sin las premuras de alguien que me acompañe y tenga otros tiempos en sus paseos. Recordar, recordar. En la parte baja del estanque había una morera y un jardinero nos daba algunas hojas para nuestros gusanos de seda. Ya no hay morera, pero tampoco creo que haya gusanos de seda ni niños que aprendan ciclos biológicos mientras juegan con ellos. También el mapa nos dio muchas oportunidades para el juego. Nunca vi palomas en el palomar que corona su tejado, pero el mapa nos permitió situar las ciudades, los ríos y otros accidentes geográficos españoles. Se salvó de agresiones alocadas y ahí lo tenemos hoy, restaurado, protegido y llamando como siempre la atención. Nos gusta volver a verlo y recordar, allí también, al chiquillo que fuimos.

Parece que estoy viendo cuando, siendo niños, un pequeño grupo íbamos al parque bajo el cuidado de una chica, supongamos que se llamaba Teresita. Entonces me parecía muy mayor, tal vez no lo era. Traía un libro y se sentaba en un banco muy concreto a leer. Le gustaba aquel banco por su sombra y el olor de unos árboles vecinos. ¿Qué será hoy de Teresita? ¿Qué será de aquellos niños? A muchos los sigo viendo y charlamos. El banco sigue allí y me he sentado en él por notar su sombra y su olor. Sí, es acogedor y tiene un agradable olor de resina debido a la vecindad de cipreses.

El banco de Teresita, sí. Pero también la fuente de tal amigo o el columpio de tal otro. Para mí, el parque está lleno de recuerdos y seguro que para todos. Cada uno de nosotros recordará momentos entrañables de su vida, situaciones concretas con personas determinadas, instantes que han quedado grabados en nuestras memorias y que no los podemos dejar de lado si vamos al parque a dar un paseo a eso, a recordar, a revivir.

Creo que esta es la causa del profundo cariño que tenemos al parque, la decisión profunda de no renunciar a quienes fuimos, teniendo cariño al escenario en el que se desarrollaron muchos actos de nuestras vidas. Para cada uno existe, no lo dudo, un patrimonio inmaterial formado por sus propios recuerdos.

También esa es la causa de que no nos importe mayormente la situación actual del parque, que esté bien o que se pueda mejorar. Creo que en este caso concreto, las íntimas evocaciones que nos suscita superan grandemente cuanto de negativo podemos encontrar hoy en él.

 

                                                                                                         

6 comentarios:

  1. Yo soy muchisimo mas joven,que tu mi querido profesor fui un chiquillo, como tu, y mis recuerdos del parque son imborrables,despiertan en tu descripcion una etapa de mi vida,en la que la naturaleza, travesuras, el aprender a andar en bicicleta,los recuerdos del loro,del guardia recogiendo los animales,mis travesuras,Emilio me devuelves a la niñez y te lo agradezco,hoy todavia a`rende de ella desde casa como siempre besos....

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    1. Gracias, Jose María. Esto que digo hoy, lo podría decir cualquiera de nosotros, de los que en el parque aprendimos a ir creciendo. Por eso le tenemos tanto cariño, por haber sido un escenerio de nuestra infancia. Besos en casa.

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  2. Muchos y entrañables recuerdos de nuestro parque. Fotos con dos o tres años paseandolo con mi madre, mi abuela y mis tias.
    Recuerdos en todas las edades, solo o acompañado...
    El parque, nuestro parque.

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  3. Sí, por eso mismo hoy lo vemos con los ojos de la nostalgia que pocas veces son objetivos. El parque, según se mire, hoy está muy destrozado. Gracias por tu comentario.

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  4. Además de la época de la infancia, también me recuerda la adolescencia y mi primera época profesional.
    Era nuestra válvula de escape!
    Besos
    Chiruca

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  5. Sí, claro, Chiruca. Cada uno tienes sus recuerdos viculados a un tiempo y a este parque. Besos

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