Para algunos, los árboles no son seres vivos, pero lo son. Como nosotros, nacen, crecen, se reproducen y mueren. Es el ciclo de todos nosotros, los que vivimos. Frente al Palacio de la Diputación, paradigma del destrozo urbanístico local, hay árboles que se han secado, como en otros recientes ajardinamientos.
Para
vivir es preciso disponer de un sitio adecuado que reúna las condiciones
necesarias para poderse desarrollar. Un árbol tiene raíz, tronco y copa. La
raíz es un órgano con doble función, la de absorber agua y nutrientes y,
además, fijar la planta al suelo, expandiéndose a lo ancho de la superficie que
le da soporte, y hundiéndose en profundidad.
En
los jardines lucenses tenemos dos tipos de árboles, según su suelo. Los que están
plantados en tierra, digamos libres como los del parque y la Plaza Mayor, y los
que tienen sus raíces metidas en unos macetones hundidos bajo la acera. En
éstos, las raíces no se pueden expandir bajo tierra, sin poder fijar al árbol
ni buscar más agua y nutrientes que los que hay en su exiguo cubículo. Estos
árboles son mayormente los que están en nuestras calles realizando su función ornamental.
Desconozco
cómo están los del jardín del Museo y los de la Plaza de Sto. Domingo.
Los
arbustos que tenemos en jardineras, corren suertes diversas, aunque muchos de ellos
se han secado en este verano pasado.
Creo
que nadie duda que el clima está cambiando. Tanto en régimen de lluvias como en
ritmo de temperatura. Esto incide seriamente en muchas actividades que han
considerado inamovibles a los factores climáticos, como es el caso de la
agricultura. Las temperaturas suben y los veranos aparecen antes y se alargan. Son
más largos que hace pocos años. Los suelos se calientan más y las plantas han
de acomodarse a estos cambios.
Si
hablamos de animales y su respuesta a estas modificaciones, vemos que tienen un
gran recurso, la movilidad. Sabemos de animales, propios de otros climas, que
hoy son normales en nuestro entorno, como las cigüeñas.
Las
plantas no poseen esta habilidad. No pueden moverse, si bien la dispersión de
sus semillas les permite modificar sus áreas de distribución en sucesivas generaciones.
Paseo
por Lugo y me recreo viendo los árboles que hay en nuestras calles y plazas.
Todos ellos son seres vivos en cautividad, que pueden estar viviendo
situaciones extremas debidas a los cambios ambientales y a las deficientes
condiciones de vida que les ofrecemos, por ejemplo su limitada posibilidad de
desarrollar un adecuado sistema radicular y el escaso nivel de agua disponible.
Muchos árboles ornamentales, procedentes de países lejanos empiezan a sufrir
las consecuencia de estas modificaciones que todos vemos. Son varios los
árboles y arbustos que muestran síntomas de secado, situados en diversas zonas lucenses.
Algunas
ciudades, comienzan a estudiar la respuesta de sus plantas ornamentales a estas
novedades y su capacidad de resistencia a ellas. Encuentran una amplia gama de
comportamientos: las coníferas lo pasarán mal, los arces sufrirán más ante los
cambios, mientras los plátanos de sombras podrían ser los más resistentes. Muchas
ciudades preparan sus jardines a estos cambios al emprender futuras
plantaciones.
También
hay quienes piensan en jardines adornados por plantas propias de climas secos y
cálidos, como los que se supone que serán los nuestros en el futuro. Así, muchos
miran a jardines del norte africano, donde hay unas condiciones ambientales que
parecen ser aquellas a las que se dirige nuestro clima. En tales jardines, con
plantas muy diferentes a las nuestras actuales, es posible encontrar belleza y
frondosidad, caracteres muy apreciados por todos. Tampoco creo que disgustase en
Lugo una calle flanqueada por palmeras.
No
lo sé, pero soy de la opinión de que conviene ir pensando en estas cosas, como promover
lugares de sombra en plazas que hoy son eriales, como el lugar de San Marcos o
la Plaza de Bretaña. Ya Eloy Maquieira puso una pérgola en el parque de Rosalía
de Castro, y en esas plazas, y en otras, se podría seguir su ejemplo.
Lo
que sea, con tal de que los calores no nos encuentren desprevenidos, como
sorprendidos por un cambio del que nadie nos había avisado.
Un árbol es un ser vivo,y como tal debería,que no lo está,ser tratado a tal efecto,lo único que le importa a las autoridades,es la ornamentación,algo robusto,y con muchas hojas con mucha apariencia,que sorprenda a que la gente diga,Lugo está lleno de árboles,que preciosidad,y no saben de la misa a medias,no somos tontos aunque pasemos por ello ......que sigamos saludándonos a pouquiño besos en casa.
ResponderEliminarEn más de un pazo de las Rías Baixas hay ingenieros cuidando sus jardines. Gente titulada y responsable de lo que tienen entre manos. Quién es el responsable de esto? Besos en casa.
EliminarMoi necesaria a reflexión sobre as árbores, porque certamente non son obxectos.
ResponderEliminarMoitas grazas, unha vez máis.
Pilar
Gracias, Pilar. Te sorprendería si te comentase que para muchos los árboles son "otra cosa". Incluso estudiantes de la USC. Besos
EliminarHay que cuidar el presente con vistas al futuro!
ResponderEliminarBesos
Chiruca
No te quepa duda, Chiruca. Eso en todos los aspectos.
EliminarEstimado Emilio,
ResponderEliminarDiante da actitude xeralizada en Lugo de colocar árbores en "macetóns", coma voste de di; gustaríame coñecer a súa experta opinión sobre unha alternativa que chaman a "SOLUCIÓN ESTOCOLMO" e que eu coñecín nesta entrada https://jardinessinfronteras.com/2020/12/26/la-solucion-estocolmo/ do blog de José Elías Bonells (Ex adjunto á Xefatura do Servizo de Parques e Xardíns do Concello de Sevilla).
Entendo que sería unha alternativa válida, de baixo custe e probada efectividade... ata que teñamos que plantar palmeiras, acacias e baobabs.
Estimado Anxo: he leido con calma el artículo que me recomienda. Lo primero que encuentro es que la plantación de árboles en una ciudad es cuestión de un equipo de personas cualificadas e idóneas para el tema a tratar. Vemos que el oxígeno resulta importante para la vida de las raíces y, por tanto, en el suelo que se prepara se tiene muy en cuenta su penetración has tas raíces más profundas. Muy interesante y con muchos datos que harían reflexionar a la gente sensata responsable de nuestros árboles. Gracias por el comentario y por la dirección.
ResponderEliminarVamos a tener que adaptarnos al calor, no nos queda otra.
ResponderEliminarEl cambio urbanistico y vegetal va a ser obligado. Desde especies arboreas que requieran menos agua y den una sombra generosa, a más fuentes y pequeñas acequias. En lo urbanístico tendrán que buscar más efectos de sombra, etc.
Emilio, si me lo permites, en el mundo del vino ya se está hablando de hacer 2 vendimias: una temprana a finales de agosto, con un sabor más herbaceo y menor contenido en alcohol, y otra tardía con un mayor grado alcohólico. Los precios serían.diferenciados según calidades.
Gracias por la reflexión, como siempre Emilio.
Ajfonso, gracias por la información. Está claro que en los diversos campos de la agricultura ya se trabaja de diferentes maneras para contrarrestar los efectos del cambio. Pero se mueven con fuertes criterios económicos. En jardines y parques, el criterio que debería impulsar los cambios deberían ser estéticos y de bienestar ciudadano. Es posible que muchos gobernantes desconozcan esos criterios. Gracias, Alfonso, por tu comentario.
ResponderEliminarMuy bello el discurrir lento del agua, cayendo por las gárgolas y resbalando por los adoquines.
EliminarCuando algún rayo de Sol se cuela por entre las nubes e ilumina la piel de los adoquines, los brillos tornasolados que se generan, regalan un placer para los sentidos.
Caro Emilio Muito acertada a reflexão sobre as árvores. E ainda necessária. Nunca entenderei o porque da política arboricida da maioria das cidades incluída Lugo. Não somente alegram nossa vista, senão que temperam o clima, nelas habitam os passarinhos, e mesmo ajudam ao nosso sistema nervoso produzindo-nos tranquilidade, agarimo e sossego. Melhor c'a mim expressou-no Castelao:
ResponderEliminarNo apartado de "A árbore como símbolo", no libro citado recolle estas frases do gran Castelao, do libro "Sempre en Galicia", escrito en 1944, penso que son básicas:
O albre é o símbolo do señorío espiritual de Galicia.
O albre é un engado dos ollos, pola súa fermosura; é unha ledicia dos ouvidos, porque nel cantan os paxaros; é un arrolador do esprito, porque nas súas ponlas conta contos o vento.
O albre danos a froita, que é un manxar composto polo mesmo creador, paro regalía do noso paladar; o derradeiro ben que nos quedou do Paradiso perdido.
O albre pídelle auga ao ceo para que a terra teña sangue, vida e bonitura.
O albre danos sombra fresca no verán e quentura garimosa no inverno.
O albre danos as trabes, o sobrado e as portas da casa. Danos a cama, o almario e a artesa do pan. Danos o berce, o báculo da vellez e a caixa para baixar a terra.
O albre danos o papel barato que nos trae a decotío as novas do que pasa no mundo.
Val máis unha terra con albres nos montes que un estado con ouro nos bancos.
A calvicie dos montes galegos é unha terrible acusación contra o estado unitario.
Os albres son as minas galegas que nos saberemos explotar cando a nosa terra sexa nosa.
A repoboación forestal será o patrimonio da nación galega e o mellor aforro da colectividade.
Na nosa terra danse os mellores albres.
O día que seipamos o que val un albre, aquel día non teremos necesidade de emigrar.
(Castelao, Sempre en Galicia,1944)
P.S. Desculpa ter ocupado tanto espaço. Com muito carinho e respeito ao meu PROFESSOR, Curra