Hay quienes dicen que el Camino de Santiago configuró un espacio cultural, social y religioso que propició lo que hoy conocemos como Europa. Tuvo que pasar mucho tiempo para que tal proceso se produjese, si consideramos que ya se ha producido por completo. Podemos esbozar de modo genérico cualquier hito de la historia de Europa y pensar que en los momentos que evocamos ya había, más o menos afluencia de peregrinos a Compostela. A no ser que evoquemos hechos anteriores al siglo IX.
En el año
1803, en un monasterio benedictino de Baviera, aparecieron unos poemas
conocidos genéricamente como “Canciones
de Beuern”. Más tarde, Carl Orff compuso con ellas una
cantata y hoy las
conocemos por su nombre latino, Carmina Burana. Hablo de estos cantos porque, en
su origen, parece que fueron cantados por frailes goliardos en rúas y caminos
europeos, dejando en aquellas partes por las que pasaban recuerdos suyos en
forma de textos o melodías. Hablo de estos cánticos, pues muchos vestigios suyos
los podemos encontrar, a poco que busquemos, en canciones de bodegas propias
del Camino de Santiago.
Sí canciones de borrachos. Las encontramos al estudiar las letras de muchas de las canciones que aparecen en Carmina Burana. Por ejemplo, en In taberna quando sumus se nos cuenta que todos beben: bebe el rey, bebe el Papa, bebe el mozo, bebe la moza…Luego aparecen los brindis: por el que viaja, por el enfermo, por el que viene, por el que va. Cuando oigo estos cánticos, aparte del idioma, me parece escuchar a paisanos nuestros entonando canciones que vienen a decir lo mismo.
Canciones
de bodegas, de sobremesas. Recuerdo que hace casi medio siglo, acostumbrábamos a
cantar de ese modo, los ocupantes de las mesas en las casetas del San Froilán
de entonces, después de haber tomado nuestra ración de pulpo. No nos conocíamos
entre nosotros, es cierto, pero entonar las mismas canciones generaba un clima
de cordialidad y camaradería difícil de lograr en otros ambientes. Cantábamos saboreando
las letras, sin ganas de estropear el canto común y todo fluía de modo muy
natural, pues no había ningún afán de sobresalir, solo el de contribuir al
conjunto.
“Catro vellos mariñeiros”, “Si te casas en Ourense”, “Mociños de Eirexa feita”, “Pensa o meu pai que me ten….”Las
personas de mi edad, quiero suponer, serán capaces de recordar estas canciones,
pero es probable que muchos jóvenes las desconozcan. Lo lamento profundamente,
pues hablo de un patrimonio vivo del que hoy somos los depositarios, pero que
corre el peligro de perderse y quedar como almacenado en los repertorios de
coros. Digno almacén para guardarlo, pero ya no entre aquellos que lo han
conservado hasta el día de hoy.
Añoro
aquellos cantos de tabernas. Una vez, iba con amigos a visitar las ruinas del
monasterio de San Esteban de Ribas de Sil y, entre Ourense y Os Peares, paramos
en una hostelería rural. En su perche había un grupo de personas que, cada cual
a su modo y con instrumentos caseros, pasaban el tiempo cantando estas
canciones que hoy añoro. Luego nos enteramos que componían un grupo, una
charanga, con nombre propio y conocida en Ourense.
A veces
pienso que en Lugo se podría formar algún tipo de grupo con esta finalidad, la
de rescatar del olvido un patrimonio que se nos va de las manos, tal vez casi
sin darnos cuenta.
Hacia
1950, los seminaristas de Lugo realizaron una encomiable labor cultural,
consistente en recoger, en sus respectivas aldeas, las canciones y melodías que
recordasen sus mayores. Más tarde, ya en Lugo, les añadieron las melodías
correspondientes, las copiaron en ciclostil e hicieron blocs que se vendieron
muy bien entre los interesados. Desconozco si queda, algún ejemplar de
aquellos, pero se podría buscar. Claro que que lo importante no sería
encontrarlo, lo realmente importante sería que fructificase el propósito real
de impedir su pérdida. Creo que una campaña de recoger letras y melodías de
canciones sería una labor que posiblemente fuese bien secundada por la
población. Algo como en muchos lugares se hacen álbumes de fotos antiguas tras
escanearlas. Si se emprendiese esta labor, yo tengo unas cuantas canciones en
mi memoria.
Toda mi vida fui soy y seré,un fan de la música popular,y sunque creas que no con mis sesenta años viví el tiempo de tabernas y lo pasé muy bien,recuerdo el ojea cantando y bebiendo mistela,el anda,el pirton,y otros tantos qui venir canal,orat bis,qui venir canal...besos en casa.
ResponderEliminarSi, José María, pero lamento que quizás somos testigos de la desaparición de estas costumbres de cantares de sobremesa y, por otra parte, del olvido de muchas canciones que han formado parte de nuestro patrimonio. Besos en casa.
EliminarCaro Emilio. Parabéns por tuas achegas. Sempre positivas. sempre em son de paz. Faz-me bem tua calma. Eu que são um pouco rabiosunha. Gosto imenso de cantar continuo ao fazer. Cada vez em menos lugares. Hoje nom gosta que se cante nas tabernas. Os taberneiros têm medo que se lhes "apalanque" o pessoal e perder clientela. Também perdeu-se o costume. Sei que em Ribadavia havia um bar ( O Papuxa) onde se cantou até há bem pouco. Mas agora acontece o que noutros lugares, O Costume apagou-se e os taberneiros querem que a clientela "fluya". De maneira que se faz difícil voltar a espontaneidade de outrora. Mas , Cantemos!! "Eu cantar cantei e a graça nom era muita" Rosalia de Castro.Eu cantar, cantar, cantéi
ResponderEliminarEu cantar, cantar, cantéi,
a grasia non era moita,
que nunca (delo me pesa)
fun eu meniña grasiosa.
Cantéi como mal sabía
dándolle reviravoltas,
cal fan aqués que non saben
direitamente unha cousa.
Pero dempóis paseniño,
i un pouco máis alto agora,
fun botando as miñas cántigas
como quen non quer a cousa.
Eu ben quixera, é verdade,
que máis boniteiras foran.
Eu ben quixera que nelas
bailase o sol cal palomas,
as brandas augas ca luz
i os aires mainos cas rosas;
que nelas craras se visen
a espuma das verdes ondas,
do ceu as brancas estrelas,
da terra as prantas hermosas,
as niebras de cor sombriso
que aló nas montañas rolan,
os berros do triste moucho,
as campañniñas que dobran,
a primadera que ríe
i os paxariños que voan.
Canta que te canta, mentras
os corasóns tristes choran.
Esto e inda máis, eu quixera
desir con lengua grasiosa;
mais donde a grasia me falta
o sentimento me sobra,
anque éste tampouco abasta
para espricar certas cousas,
que a veces por fora un canta
mentras que por dento un chora.
Non me espriquéi cal quixera
pois son de espricansa pouca;
si grasia en cantar non teño
o amor da patria me afoga.
Eu cantar, cantar, cantéi,
a grasia non era moita.
¡Mais qué faser, desdichada,
si non nacín máis grasiosa!
Es una gran idea, recuperar este Patrimonio Musical!
ResponderEliminarAbrazos
Chiruca
Abrazos. Esa recuperación es cosa de todos, sus depositarios acturales. Besos
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