Muchas veces me ocurre que paso junto a formas determinadas y casi no me fijo en ellas. Pueden ser adornos, estructuras, incluso casas enteras. Están ahí desde tiempos lejanos, he pasado junto a ellas en múltiples ocasiones y no me he dado cuenta de su belleza o singularidad. En todo caso, me he fijado en algún detalle de su conjunto sin reparar en su totalidad.
A veces
encuentro sorpresas. Me ocurrió en estos días pasados, en que llevé a un amigo
a visitar el Mitreo. La mañana, muy lucense, invitaba a permanecer poco tiempo
en la calle. Vimos la fachada de la catedral, el conjunto armónico de las
construcciones de la plaza de Pío XII y el comienzo de la calle del Buen Jesús.
Entonces me encontré con la sorpresa de ver una hermosa casa ante la que había
pasado multitud de veces sin fijar mi atención en ella. Sí me había fijado, con
simpatía, en su modo de adornar su esquina a ras del suelo, imitando una
columna empotrada con su capitel, pero del resto no guardaba memoria, pues, ya
digo, nunca la había mirado con la atención que lo hacía en ese día.
Me
encontré con un edificio singular, aprovechando el estar en una esquina y
tener, por tanto, como dos fachadas. Una de ellas, la encarada a la calle del
Buen Jesús, es un hermoso ejemplo de un barroco que me resulta difícil de
clasificar, pues aunque posee los trazos propios del gallego, con sus estrías
rodeando los vanos para jugar con efectos de luces y sombras a los largo del
día, faltan rasgos propios del compostelano, sin frutas ni vieiras. Un barroco
desligado de otros locales, incluso del de nuestra calle del Miño.
En la
planta baja, puerta y ventano y en la superior dos balcones con bonitas barandillas
y yo diría que bien conservadas. Entre el bajo y el primer piso, una cenefa de
relieve cruza la fachada y bordea las plataformas de los dos balcones del
primer piso.
Los vanos
que les dan acceso, están rodeados en su totalidad por un bordón. No así en los
del piso bajo, cuyos huecos sólo estás orlados en su trazo superior y parte de
los laterales, donde rematan en una evocación de una esfera. En sentido
estricto, podríamos esperar un pequeño saliente, hacia arriba o abajo, como un pico
en ese bordón. Pero no, en esta fachada esos cuatro festones que orlan los
cuatro vanos en granito que vemos en la fachada, son rectos, como rechazando
adornos superfluos.
La casa
tiene tres alturas, correspondiendo sendas galerías al segundo y tercer piso,
que están en aparente buen estado.
La
fachada lateral da a la calle Catedral, donde se encuentra el acceso a los
pisos superiores. Esta fachada está enfoscada y sólo vemos las ventanas y la
puerta de acceso, rodeados de algunos sillares graníticos. El resto, todo de un
blanco muy limpio. Las ventanas, muy gallegas, están situadas a haces
exteriores y, para protegerlas de las gotas que puedan escurrir en momentos de
lluvias, vemos cómo todas ellas, y el portal, están dotadas de viseras curvas
capaces de dirigir las aguas a los laterales de los vanos. La casa posee bonita
chimenea, que vemos desde las calles con las que hace esquina.
Desconozco
si la casa está habitada. El bajo, no. Creo que hubo allí un bar, que se
llamaba “Mezquita”, pero hoy no queda nada de él. Me apena ver este hermoso
lugar menospreciado en el olvido, mientras podría estar ocupado por sedes de
múltiples servicios propios del lugar. Creo que hubo reformas en él, de ahí el
buen estado de las barandillas y las galerías, pero todo quedó parado.
Una casa
encontrada ahora, cuando he pasado ante ella cientos de veces. Por suerte, para
mí la he visto en estos días y volveré recrearme con ella y a enseñarla a los
amigos, haciéndoles ver su singularidad y belleza oculta.
Estos
grandes descubrimientos de valores que teníamos cerca y tardamos en apreciar,
me lleva a pensar que en muchas ocasiones nos encontramos con situaciones
similares. Qué pena no haber sabido apreciar en su momento el valor de todo
cuanto teníamos cerca.
Que verdade tan profunda: "Qué pena no haber sabido apreciar en su momento el valor de todo cuanto teníamos cerca"! Seguramente é algo propio da nosa natureza de humanos (soberbios) que non damos estimado o que temos a man (ás veces ata que o perdemos). Non é o teu caso que, unha e outra vez, vas recuperando valores e recoñecendo o que nalgún momento che resultou indiferente. Grazas por seguir mostrándonolo!
ResponderEliminarQue o novo ano continúe ofrecéndonos días nos que compartir as túas achegas!
Nos ocurre así, a mí al menos, con cosas, lugares, personas. Una suerte si sabemos encontrar tanto bueno que encerraban. Gracias por tus palabras, me estimulan. Un saludo cordial.
EliminarMuy bonito el artículo e ilustrativo,por. Cierto fui al diccionario a buscar vanos,que es un espacio libre que queda,la próxima vez utilizando esta guía de tu artículo,lo.
ResponderEliminarvoy a ver con más detenimiento.Besos en casa
Gracias por tu comentario. El diccionario, lo utilizas, pero muchos sabihondos no lo hacen. Hay que ser humilde para reconocerlo. Yo también lo tengo cerca. Besos en casa.
EliminarEsta zona de Lugo es preciosa y cuánta historia guarda!
ResponderEliminarGracias Emilio, por sacarla a la luz.
Abrazos
Chiruca
Sj, Chiruca, es bonita, pero sucia y ruinosa. Convendría un plan de conservación hwnwral de la zona. Pero tal vez no interesa, no sé. Gracias por tu comentario.
Eliminar