Me gusta mucho esta calle con su aspecto señorial, dada al paseo detenido o al mercadeo bullicioso. Grandes establecimientos comerciales tuvieron su sede en ella, así como bares de tertulias prolongadas y un cine que vivió protagonismo en más de una ocasión.
Recuerdo,
de niño, cómo el nombre se refería a que en ella estaba la sede del periódico local,
Calle del Progreso, un nombre muy concreto para nosotros como una referencia y
con independencia del nombre político que tuviese asignado. Le llamábamos así
con total tranquilidad, puede que contraviniendo una norma. Cuando las cosas
cambiaron y se asignaron nombres nuevos a las calles que lo habían perdido,
ésta pudo llamarse “del Progreso” con todas las de la ley. Pero no “calle
progreso”, como si se indicara un proceso de cualquier tipo.
Aún me parece ver allí las tiendas de material de
construcción y fontanería. Hoy queda alguna, pero la mayoría de ellas
desaparecieron o han marchado al Polígono Industrial. Aquellos locales grandes han
sido destinados ahora a otros negocios que también precisan grandes
superficies, pero ya más acorde con el Lugo que entre todos hemos ido
configurando.
La calle
es un hermoso conjunto de casas señoriales, pretendidamente hermosas, en la que
se reunieron elementos capaces de conferir belleza y singularidad a las
edificaciones. Hablo de la acera de los números pares. Allí, las fachadas de
granito poseen vanos bonitamente peraltados y con elegante copete en el dintel
superior. El conjunto es de una armonía que resulta muy bonita. Como también
son bonitas las casas con galería. En ellas, los balcones y las galerías son
muy dispares, no hay dos iguales, únicamente similares en su afán de competir
por la belleza. Compitieron y el resultado está allí, para que lo vea quien los
mire con detenimiento, que se sorprenderá gratamente. Balcones o galerías
corridas a lo largo de toda la fachada, o bien individuales, a uno por vano.
Todo cabe en este hermoso bastión de casas, alguna de ellas con su copete
ornamental en el alero. Y si tenemos una calle que es bonita por la
homogeneidad de sus fachadas, ésta lo es por la heterogeneidad de ellas, solo
parecidas en su belleza y elegancia.
Las casas
de número impar son diferentes, no digo ni mejores ni peores. Simplemente distintas
y con un profundo sabor lucense. Yendo desde la Plaza de Santo Domingo, la
belleza de las casas termina a la altura de Juan Montes (acera de números
impares) o de Nóreas (números pares). Luego, mandaron otros criterios
constructivos. Los edificios son diferentes. Pero prevaleció un criterio. El
antiguo Cine España sucumbió a los nuevos tiempos y junto a otro edificio, que
daba frente a la calle de San Pedro, dio lugar a uno nuevo, digno. El edificio
que daba a S.Pedro era blasonado, y sus blasones se han mantenido en la fachada
que da a esa calle. Este criterio conservador de rastros históricos no es
frecuente en nuestra ciudad.
Nunca fue
una calle de grandes aglomeraciones ni dada a jolgorios ciudadanos, pero
siempre mantuvo, y mantiene, un cierto protagonismo en la vida cotidiana.
Recuerdo sus bares en la acera de impares, a los que se iba con los amigos o
familiares, a tomar el vino o la caña. El Castroverde tenía su aire
intelectual, de personas sabidas. El Castroblanco era más generalista y el Calvo,
con sus cañas, era más para jóvenes. Aquellos bullicios permanecen en la
memoria de más de uno.
Todo
cambió, pues los tiempos son implacables. Recuerdo la barbería de Dositeo, la
fonda El Paramés y otros. Algunos establecimientos de entonces quedan atendidos
por descendientes de sus antiguos propietarios. Pocos comercios conservan los
nombres originales. La librería Cervantes ya es sólo un recuerdo, Filigrana,
también.
Tal vez
la calle del Progreso sea un exponente del paso del tiempo con todo lo que eso
conlleva. En ella, todo invita al paseo tranquilo y reposado. Bancos cómodos, árboles,
laureles, elegantemente recortados aportando su tono romano.
Para mí
esta calle resume la vida ciudadana con sus cambios y sus constantes. También
nosotros hemos cambiado, pues como dijo el poeta, “Nosotros, los de entonces,
ya no somos los mismos”.
Me llama la atención,lo de las casas con números impares,y el término blasonados,soy ignorante que le quieres...como siempre,besos de mama,reza por ella,que pueda cuidarla mucho un abrazo.
ResponderEliminarEn una calle, la numeración suele comenzar desde el punto más próximo a la sede del Ayuntamiento. La numeración de las casas se hace asignando los números impares a los edificios que quedan a la izquierda, y los pares a los de la derecha. De este modo, los edificios pares quedan en un margen de la calle y los impares en el otro. En cuanto a "casas blasonadas" me refiero a casas con escudos, con blasón. Recuerdos en casa.
ResponderEliminarQué recuerdos y qué añoranza!
ResponderEliminarBesos
Chiruca
Verdad que sí, Chiruca? Es una de las calles que más recuerdos entrañables me trae.
ResponderEliminar