miércoles, 22 de julio de 2020

Cosas intrascendentes (Publicado el 4 de febrero de 2020)

Mis paseos por Lugo suelen ser sosegados, sin prisas. Para acceder al centro, debo hacerlo por alguna puerta de la Muralla (las Murallas, dicen los pretenciosos). Nunca dejo de admirar su belleza en múltiples aspectos. Viene a ser como un telón de fondo de nuestra vida cotidiana.

La ciudad, la Lucus Augusti romana, guarda vestigios de épocas pasadas. En cuanto al pasado romano, el recinto amurallado está muy deteriorado debido a las múltiples invasiones de cementos, hormigones, especulaciones y ladrillos. Lo que tenemos hoy es lo que hay o, mejor, es lo que queda. 



En otras ocasiones paseo por las calles, y me entretengo mirando las casas, sus ventanas, sus balcones. Aprecio este detenerme y deleitarme en estos bienes patrimoniales que indican cómo vivieron nuestros antepasados recientes, los que nos han dejado la ciudad tal como la tenemos y disfrutamos. 

Fachadas, portales, ventanas y balcones. En Lugo existen multitud de balcones de muy diversa estructura, siempre protegidos por sus correspondientes barandillas y balaustradas, que son diversas y profusamente bonitas. Las hay de balaustres verticales adornados de modo elegante, pero muchas otras, la mayoría de ellas, definen entrelazados artísticos originales y bonitos de contemplar. Siempre en la zona monumental, claro. 

Las casas de dentro de muralla tienen balcones con barandillas para proteger a quienes se asomasen a ellos, pero también para adornar y conferir personalidad al edificio. En todas, desde las más antiguas hasta las recientes de mediados del XX, aparece ese afán de presentarse con dignidad ante los conciudadanos. La belleza que confieren a las calles está ahí, a disposición de quienes las quieran admirar. 

Las hay, algunas, de balaustres independientes, elegantes y muy adornados, que confieren un aire bonito de serenidad y elegancia a la barandilla, y más aún cuando son muchos los balcones que hay en la fachada en vez de uno solo, y todos adornados con el mismo motivo. Otros, muchos, hacen diversas filigranas recubriendo todo el vano del balcón. Aparecen los dibujos de forja como enmarcados entre los prismas de granito que anclan la barandilla en sus extremos. Algunos representan dibujos geométricos sin más y otros, modernistas, imitan canastillas de flores. Un paseo por nuestras calles es un recreo. 

La que más me gusta (líbreme de decir “la más bonita”, yo no soy quién para implantar categorías), es una que imita una red con sus nudos y sus borlas. Este ejemplar es el único que conozco en la ciudad de Lugo, aunque hay otra barandilla, más larga, en Palas de Rei. Aunque la presento en una foto en la que aparece algo ajada, hoy está bien restaurada, pero con color negro. 

Por otra parte, tenemos unos casos bonitos de barandillas lucenses, pues cuando son largas, y para conferirle estabilidad, cada cierto tramo se levanta vertical una pértiga de hierro que, después de alcanzar una determinada altura, gira en ángulo recto hacia la pared y se ancla en ella. El vértice descrito por la pértiga de sujeción puede presentar algún tipo de adorno. En algunos casos, el adorno lo pueden constituir siluetas de flores de lis o imitaciones de corolas de tulipanes. Adornos dignos sin mayores pretensiones. Pero hay una plaza en Lugo, la do Campo, en la que hay casas con este tipo de balcones en los que estos adornos son figuraciones de palomas en diversas posiciones, o bien reposando o emprendiendo el vuelo. Es curioso, pero este tipo de ornamentación sólo lo he visto en Lugo en esa plaza do Campo y en una calle aledaña, a Rúa Nova, en una casa recientemente restaurada. Menciono este detalle de la reciente restauración, porque no sé si en su modo original este balcón contaba con las palomas o si carecía de ellas. Sea como sea, allí están dispuestas a emprender el vuelo y a alegrar la vista de quien quiera reparar en ellas. 

Paseo por Lugo. Porque después de la muralla, mil veces mirada y otras tantas admirada, fijo mi atención en cosas intrascendentes, parafraseando a León Felipe. 










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