jueves, 23 de julio de 2020

Fuentes en Lugo (Publicado el 17 de abril de 2020)


En el Imperio Romano, entre las funciones del Estado estaba el mantenimiento de las vías de comunicación y el suministro de agua a las poblaciones. Veinte siglos más tarde, en nuestro país el Estado mantiene estas funciones respecto a los ciudadanos. 
En los núcleos urbanos actuales, antes de haber agua corriente en las viviendas el abastecimiento de agua se realizó mediante fuentes de diverso tipo, situadas en calles, plazas o jardines. Debido a su función, las fuentes tuvieron también un importante papel en la vida ciudadana, haciendo las veces de lugares de encuentro para el vecindario. No son raras las fuentes a cuyas veras hay bancos de fábrica dispuestos para el descanso, la espera o la tertulia. 

En el Lugo romano, su abastecimiento estuvo al principio asegurado por el acueducto procedente más o menos, del Monte das Pías, o Castiñeiro, o en la Piringalla, no lo sé bien. Aún quedan enterrados numerosos vestigios de este acueducto. Desconozco la causa, pero dejó de abastecer a la ciudad, generando cierta escasez. Lo cierto es que faltaba el agua y quienes tenían la suerte de disponer de pozo en su vivienda, la vendieron a sus convecinos a precios abusivos. Para terminar con esa situación, el obispo Izquierdo se encargó de dar solución al problema. Gracias a su gestión, llegó de nuevo el agua al centro de Lugo. En el siglo XVIII se inauguró una gran fuente de plato en la Plaza del Campo, hoy conocida como fuente de San Vicente, de acceso libre. Gracias a ella, peregrinos y ciudadanos pudieron asearse con decoro y sin tener que abonar ningún tipo de tasas. También, adosada al Pazo de Orbán se inauguró una fuente de varios caños y pilón. También de libre acceso, hizo posible su uso a ciudadanos y peregrinos. Estaba situada dentro de muralla, junto a la actual Puerta del Carmen. 

En las fuentes con columna central y bocas altas, se solía recoger el agua mediante cañas ahuecadas en su interior. Ese método de cañas perforadas, que luego de acoplar uno de sus extremos a un caño, servían para dirigir los chorros a la vasija que la recogería, fue muy utilizado para aprovisionarse de agua en estas fuentes. Hay fotos de fuentes nuestras con mujeres cogiendo agua en sus sellas y ayudándose de este tipo de cañas y es fácil esto verlo en fotos tanto de la de San Vicente, en la Plaza del Campo, como de la de los leones, en la Praza Maior.
 

Cuando viajo, en cualquier ciudad a la que llego, sé si me encuentro en su casco histórico simplemente por la presencia de fuentes en las calles y, por supuesto, por la presencia de una gran iglesia. Si hay fuentes, considero que corresponden a la época en la que los vecinos debían aprovisionarse de agua en ellas, de atención municipal. A veces hay barrios alejados del centro, pero con fuentes, como ocurre en Lugo con San Lázaro, la Milagrosa, o las Arieiras, en el empalme de la carretera de Portomarín y otras fuentes que ahora olvido. Tal vez sean indicios de que en tiempos pasados tales barrios formaron parte de la zona periurbana lucense, pero no obstante ya formaban parte del término municipal y, por tanto, era preciso suministrarles agua. 

Hoy no son muchas las fuentes que se pueden ver en nuestra ciudad. La mayoría de ellas manan agua no potable, como se avisa de modo visible, otras están cegadas, ofreciendo un indeseado aire de suciedad y abandono. Hablo de fuentes del interior de murallas, como la de a Ruanova, junto a los jardines del Museo. La de la Plaza del Campo se mantiene a pesar de agresiones en noches de esmorga estudiantil. También hay fuentes ausentes, como la que estaba junto al ábside de la iglesia de las Agustinas, en la Pza. de Sto. Domingo, o la fuente del Pilar (yo la conocí por ese nombre) en la carretera N-VI, frente al balneario. De porte monumental, desapareció sin que nadie me sepa decir dónde ha ido. 

Me duele esta dejadez en la que han caido nuestra fuentes, pues son un vestigio de una historia de la que hay que sentirse orgulloso.

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