lunes, 17 de agosto de 2020

Nuestra catedral, remendada (Publicado el 17, agosto, 2020)

Cuando hablo de remiendo, me refiero al trozo de tela que se cose a un paño deteriorado para conferirle cierto arreglo de modo que pueda seguir siendo útil la prenda en la que se produjo el desperfecto. También se habla de remiendos cuando se arreglan tejados, muros u otras estructuras. Quiero comentar unos remiendos hechos en la catedral de Lugo que, la verdad, encuentro hermosos. 



Siempre me han asombrado los terremotos. Si voy a hablar de terremotos en nuestra península, es forzoso que me refiera al de Lisboa, el que ocurrió el 1 de noviembre de 1755 y, según dicen, duró diez minutos. Siempre que viajo por Portugal me impresiona encontrarme con las huellas que persisten de su nefasta actuación. Pero también es posible encontrarse huellas suyas en España. Más concretamente, en Galicia. Por ejemplo, en la Catedral de Tuy son claros sus efectos y también en la de Lugo, sin ir más lejos. 



Vayamos por partes. La catedral de Lugo tiene sus orígenes en la época del obispo Odoario (S.VIII). Parece que originariamente constaba de tres naves y tres ábsides y que, para levantarla, Odoario asentó un edificio preexistente. Debió resultar tan hermosa, que el rey Alfonso II mandó tomarla como modelo para construir las catedrales de Oviedo y Santiago. La estructura actual fue iniciada en 1129 y las obras duraron pocos años. Hace años, me señalaron unos restos de esta primitiva catedral situados en el Pórtico Norte. 


Las distintas épocas fueron dejando sus improntas en nuestra catedral, cada una con su estilo. Así, en la época del gótico, se alargan las naves. La central adquiere mayor longitud y las laterales también se alargan y se curvan a su alrededor, configurando una girola con cinco capillas absidales. Toda esta obra gótica se modificó en el siglo XVIII, cuando la capilla central del ábside fue substituida por la Capilla de la Virgen de los Ojos Grandes, obra de Fernando Casas Novoa, autor de la fachada del Obradoiro, de la catedral compostelana. El conjunto resultó ser acertado, armónico y elegante, aunque de diversos estilos, como ocurre en las catedrales construidas durante mucho tiempo.. 

El uno de noviembre al que me refería antes, cuando Lisboa tembló, también le acompañó nuestra catedral, de modo que se vino abajo la totalidad del ábside central. También la fachada principal resultó afectada. 

Rápidamente se emprendieron las obras de restauración que consistieron en construir un ábside nuevo encajado entre las capillas absidales, que habían quedado intactas. El resultado tal vez hubiese quedado poco estético, pero a la fábrica se le añadieron unos arcos, remedo de los anteriores arbotantes, que si bien realizan mucha función estructural, sí confieren una gran belleza y elegancia al conjunto. 

La obra queda compacta en cuanto a sus volúmenes, si tenemos en cuenta que en el edificio original, ese espacio estaba previsto para ser ocupado por arbotantes, siempre airosos. Me gusta pensar que los escultores quisieron hacer un arreglo que quedase hermoso (remiendo afortunado, le llamo yo). De ese afán nacerían los arbotantes y la barandilla que corona el ábside recién construido. 

La catedral de Lugo posee hermosas barandas en sus tejados. Uno de ellos, gótico, rodea el Pórtico Norte. El otro, barroco, rodea diferentes planos de la mencionada capilla de los Ojos Grandes. Se trata de una balaustrada con obeliscos cada cierto trecho, también diseñada por Fernando de Casas Novoa. Pues bien, con ese mismo tipo de barandilla se rodeó el ábside recién construido, dotando al conjunto de gran homogeneidad y armonía. 

Y ¿qué ocurrió con el interior? Pues podemos suponer que, antes del desastre, el ábside tendría sus vidrieras y su ábside con hermosas nervaduras. Todo aquello se vino al suelo y no hubo modo, o afán, de restaurarlo. 

En su lugar, se dotó a todo lo reconstruido de un conjunto policromado que resulta muy atractivo. El techo, una bóveda de medio cañón terminada en otra de cuarto de esfera, reproduce escenas celestiales, mientras las paredes laterales se cubren de ángeles voladores y juguetones. La luz que entra a chorros por los amplios ventanales y las vidrieras superiores, confiere un aire mágico a este lugar, difícil de superar. Bendito remiendo. 


2 comentarios:

  1. Gracias Emilio, no sabía nada de"esos preciosos remiendos".
    abrazos
    Chiruca

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  2. La verdad es que no están muy difundidas estas situaciones. Gracias, Chiruca.

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