El edificio, chiquito, en su origen fue Matadero
Municipal. Hoy, después de restaurado, alberga ese Museo que comento y que, para
mi entender, presenta un relato sobre el modo de vida cotidiana en el Lucus
Augusti de entonces. En él se exponen más objetos de los que se esperaría ver y
que, en su conjunto, nos hablan de una sociedad, la lucense, amante del buen
vivir (con criterios de entonces, claro).
Considero una suerte para la ciudad que se haya
conservado este edificio pues, en circunstancias diferentes, se habría
deteriorado o destruido para destinar su solar a otro uso. Por suerte no ha
sido así y hoy podemos disfrutarlo. Es curioso, pero su planta me recuerda a
una iglesia con tres naves, la central más alta, y separadas por arcos que se
apoyan en pilares de sillería con sección cuadrada. Sin ábsides, las tres
posibles naves rematan en un mismo plano, como muchas iglesias que tienen la
misma planta. El techo es una hermosa y acertada reconstrucción de una
estructura de madera sosteniendo tejados de este tipo en Lugo. En fin, una
maravilla de protección y conservación, cuya sola observación justifica la
visita.
En este acogedor local, las luces adecuadas así como
una buena disposición de los objetos, propician una visita agradable y,
fundamentalmente, instructiva. Antes de la pandemia, la visita comenzaba viendo
un corto vídeo que explicaba a grandes rasgos las fases que median desde la creación
de la ciudad romana hasta su destrucción, pasando por la época de mayor
esplendor, con sus lujos asociados. Hoy no es posible esta proyección, cosas de
la seguridad.
Me gusta que toda la información que encontramos, la
ofrece el Museo como sin darle importancia, sabiendo que su finalidad principal
es esa, ofrecer información que debe ser comprensible para el visitante. Junto
a cada vitrina con objetos expuestos hay paneles explicativos breves, concisos y
acertados.
¿Que qué hay en este Museo? Todo cuanto se expone
son objetos encontrados en yacimientos lucenses, eso para empezar y a mí me ha
gustado mucho encontrarme con una máscara de teatro. Es el mayor exponente de
que en Lucus Augusti existía vida cultural. En realidad, aquella antigua idea
de una ciudad cuartelera va quedando olvidada gracias a los numerosos hallazgos
que nos permiten hablar de una gente refinada, habitando casas con mosaicos,
calefacción y disponiendo de edificios de cierta altura, como nos lo indican
los diámetros de las basas y columnas encontradas en diversos lugares
ciudadanos. Las termas romanas presentes en el balneario, que aún sigue en uso,
corroboran esta idea. La máscara de actor también nos hace saber que a Lucus
Augusti llegaron tragedias, comedias y todas las historias que se representaban
en los escenarios y a las que tan aficionados eran los romanos. En realidad,
hay dos máscaras en muy diferente grado de conservación. Bastaría con una sola como
testimonio de vida cultural en la ciudad. Pero hay dos a falta de una.
Pero hay de todo lo referente a la vida cotidiana de
una familia acomodada. Recipientes de cristal, o lo que queda de ellos, objetos
de tocador y de vestido, vajillas de diario y de fiesta, juegos. Hay un dado
con los valores de las caras tal como se distribuyen hoy. Todo eso y más lo
encontramos en ese Museo capaz de encantarnos si pensamos que eran los lucenses
de entonces quienes los utilizaron. Y, claro, mosaicos, y algún enterramiento,
pues también forman parte de lo que llamo vida cotidiana.
En pocas palabras, me ha gustado mucho esta visita y
me ha abierto los ojos a una nueva perspectiva acerca de Patrimonio. En este
Museo tenemos Patrimonio Histórico, romano y anterior, guardado en un edifico
que considero que forma parte de nuestro Patrimonio Industrial, más reciente,
pero que nos informa acerca de cómo vivíamos (y comíamos) los lucenses de la
época romana.
Una información que nos conviene conocer e
incrementar siempre que nos sea posible, pues nos hace sentir orgullosos de
nuestro origen.
Comparto tu opinión sobre el Museo de la Puerta Miñá.
ResponderEliminarAbrazos
Chiruca
Gracias, Chiruca. Feliz Año.
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