lunes, 26 de septiembre de 2022

La calle de Montevideo - Publicado el 26, septiembre, 2022


Es una calle joven, aunque asentada en nuestro devenir ciudadano. Una calle de principios del siglo XX, nacida con una finalidad concreta: dar acceso al nuevo hospital de Santa María. Hoy es paso de los habitantes de una importante parte ciudadana cuando tratan de entrar o salir del recinto amurallado.

Hubo en ella solares que se fueron utilizando para fines diversos. Tengo recuerdos infantiles de un horno en que se cocía pan y se horneaban preparados caseros para hacer empanadas o tartas. Recuerdos de infancia mezclando realidades y fantasías infantiles. También creo evocar, ya con más edad, un garaje al aire libre, cuadrado con suelo empedrado y rodeado por cubículos capaces de albergar un solo coche cada uno. Se llamaban jaulas.



Hoy ni siquiera soy capaz de ubicar los solares que ocupaban el horno o el aparcamiento. Ahora, cuando vuelvo a pasar por esta calle, no puedo olvidar aquella época de casas bonitas o solares, que fueron desapareciendo para originar lo que vemos en la actualidad.

También evoco una casa de militares, donde recibí mis primeras clases de inglés. Más tarde, con el pasar de los años, y lejos de Lugo, conocería a dos personas que, hijos de militares, habían nacido en esas casas. Veo también un edifico de apariencia noble, de granito y solemne, que, genéricamente, se decía que era “de sanidad”.

Muy cerca de la muralla, que tenía una puerta de la que se narraban leyendas acerca de su origen, estaban el sanatorio privado, por el que más o menos todos hemos pasado por alguna circunstancia, y la entonces llamada Escuela de Trabajo.

Tantos solares, tantas casas, tantos sueños nacidos allí, han terminado en unas casas similares entre ellas, parecidas a las de otras calles iguales a las que hay en otras ciudades. Sólo queda un edificio correspondiente a aquella época anterior. Con galería extraña, parece inacabado.

Hoy, ¿Qué encontramos como fundamento de tanto cambio que hubo en esta calle? Se mantiene lo mejor, encerrado en esos dos edificios que representan pilares importantes en nuestra vida actual. Los relativos a la sanidad y a la educación. Bases inamovibles de nuestro sistema, que siempre pide mayores subvenciones, porque cada vez son más ambiciosas sus perspectivas.

Voy a entretenerme con el edifico que alberga el IES Xoan Montes, antigua Escuela de Trabajo. Es obra de Eloy Maquieira, a quien Lugo tanto debe. Constituye un bonito ejemplo de su estilo constructivo y, puesto que está aislado y junto a la muralla, nos es posible contemplarlo desde muy diversos ángulos. Vista desde el adarve, su apariencia frágil, sin aristas duras y sus amplios ventanales, nos hacen el efecto de un edifico pensado para ser acogedor. Hay allí escaleras de acceso e interiores, perfiles, esquinas redondeadas y chorros de luz, simulando un juego perpetuo con el espectador cómplice, que siempre encontrará nuevas perspectivas para disfrutar de su aparente fragilidad.

Si queremos contemplar la fachada, nos encontraremos con que los árboles que la adornan impiden su visión. Son ejemplares de Ligustrum, un árbol barato (se reproduce por esqueje), de hoja perenne y que a finales de agosto florece con racimos de flores blancas muy olorosas. Como son muy dóciles a la poda, también se utilizan como setos. En el caso de los de esta calle, se dejaron crecer dándoles forma de candelabro de varios brazos desnudos, al final de los cuales se mantuvo un penacho de hojas. El conjunto resulta muy airoso y no entorpece la visión de los elementos que guarnece. Pero este aspecto requiere un mantenimiento esmerado y constante.

Encontramos Ligustrum con aspecto de candelabro en el jardín de San Roque, en la Ronda de la República Argentina y aquí. En estos tres lugares, su aspecto es desastroso, pues hace años que se abandonó su adecuado mantenimiento. Desconozco quién sea responsable de este desaguisado, pero la desidia, el desinterés y la ignorancia andan por medio impidiendo, en este caso, el disfrute de la fachada de un edificio del que, además, deberíamos sentirnos orgullosos.

Temo que un modo de arreglar este descalabro sea una tala inmisericorde ahora, cuando esta calle se encuentra bajo la promesa de peatonalización. Promesa que bien puede ser una amenaza.

6 comentarios:

  1. Cuántos recuerdos tiene para mi esa calle!
    Gracias Emilio por ayudarme a evocarlos!
    abrazos
    Chiruca

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    1. Creo, Chiruca, que los que hemos vivido por esa zona, compartimos recuerdos de muchos casos relacionados con la lentra tranformación de la calle. Gracias por tu comentario.

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  2. Los aligustres que hay delante del Instituto Juan Montes son los que estaban en el Paseo de los Canónigos, trasplantados a donde ahora están con la operación Muralla Limpia, si mal no recuerdo.
    ¿Sabías que en el edificio triangular de la Escuela del Trabajo estaba incluso diseñado que en las terrazas se hiciesen jardines?
    Esa casa de extraña galería, con un baratillo de zapatos en en bajo es la primera que se edificó en la calle. Era de Dionisio Mayor Berzosa, un panadero socialista, cuyo pan tan bien recuerdas y que se hacía en un edificio vecino, en el que luego estuvo el garaje del que también hablas.
    Gracias no ya por enseñar tus evocaciones de esta calle, sino por las que nos muestras en todos tus paseos solitarios.
    Julio Reboredo

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  3. Gracias, Julio, por tu comentario. Los aligustres abandonados por quienes tendrían que mantenerlos están en vías de sufrir un cambio, creo yo. Junto con los del jardín de San Roque, perdieron su encanto al perder su poda artística. Hoy solo les queda a los cuidadores cortarlos después de tener un buen pretesto pata hacerlo, o sin tenerlo.
    No, desconocía la idea de jardines en las terrazas del hermoso edificio. Maquieira había visto mucho y pretendía plasmarlo en Lugo. Creo que le ciudad ha sido injusta con él. El edificio me recuerda al monasterio de Celanova, albergando en su interior un Instituto. En ambos casos, gloriosa función para gloriosos edificios.
    Recuerdo que antes de entrar en el obrador de panadería, había una báscula de camiones, ¿verdad, Julio?
    Si, bonita la casa con su extraña galería. Las demás, como las de cualquier calle de cualquier ciudad.
    Viajar, la aventura, En una boda, estuvo junto a mí un muchacho que me dijo haber nacido en Lugo, en la casa de militares que había en esta calle. El muchacho era un letrado sevillano.
    En fin, tenemos pendiente ese café. Gracias por tu comentario.

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  4. Claro, claro. El obrador estaba, como la báscula, en el solar vecino de la casa del panadero. Es el de la derecha, según miras a la fachada.

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