El lugar me gusta mucho, y encuentro en él bastantes indicios de la ciudad antigua de la que viene, como es la fuente para beber que hay en el centro de una plazoleta de la que sale una escalera de acceso a la muralla, ideada por Nemesio Cobreros, con aires de rusticidad, acertado en aquel entorno.
Ahora Campo Castelo. Añoro al obispo Izquierdo, gran
benefactor de la ciudad, que ha quedado sin calle. Obispo de Lugo en la segunda
mitad del siglo XVIII, se preocupó por mejorar las condiciones de vida de los
ciudadanos. Recuperó y restauró el antiguo acueducto romano, con piezas de
granito machihembradas, de unos cincuenta centímetros de largo cada una, y que
aparecen en obras que se realizan en el centro histórico de la ciudad, como ha ocurrido
en la prolongación de Quiroga Ballesteros en este tiempo. En los jardines del
Campo Castillo, entre las piezas expuestas como joyas históricas, hay algunas
piezas de este acueducto, así como en el césped que hay ante el antiguo
palacete de Barras Eléctricas, en este caso con una pieza que hizo las veces de
arqueta y todo ello acompañado de pertinente pedestal explicativo. También al
obispo Izquierdo debemos múltiples fuentes urbanas de acceso público, que mandó
construir para luchar contra la especulación abusiva por parte de los
poseedores de pozos, que la vendían a quienes carecían de él, y a los
peregrinos. La fuente principal de las mandadas construir por él y que aún
sigue en pie, es la de la Plaza del Campo.
Llevó la cárcel fuera del recinto amurallado, dejando
libre el edificio que ocupaba, coronado por un castillete almenado y una garita
cilíndrica, que le dan el nombre actual a la plaza. Hoy vemos allí un suntuoso
acceso barroco y un hermoso balcón próximo al escudo del propio obispo
Izquierdo. También realizó obras en la muralla, consolidando, por ejemplo, la
actual puerta de Santiago, embelleciendo su parte interior.
Gobernó durante la segunda mitad del siglo XVIII y muchos
lo consideran como un gran benefactor de la ciudad y su primer gobernante con
criterios modernos. Otros vinieron después a seguir su labor de mejora y
consolidación de nuestra ciudad, con sus necesidades estructurales satisfechas.
Recuerdo, en mi niñez, que el Campo Castillo era una zona en
la que, en los bajos comerciales, alternaban tiendas e industrias. Evoco la
Imprenta Palacios o Fundiciones Pardo. También en esa calle vivía algún amigo
mío. La calle se llamaba Obispo Izquierdo. En el colegio se encargaron de
explicarnos quién había sido este obispo. Era el Colegio Balmes, en la Calle de
los Clérigos, con D Gregorio Sanz y D. Gonzalo Paz, de quienes guardo un
respetuoso y agradecido recuerdo.
De paseo en estos días, he querido ver los límites de la
calle del Obispo Izquierdo y me encuentro con que nuestros mandatarios,
considerando que este benefactor ya no es digno de prestar su nombre a ninguna
calle de nuestra ciudad, lo han borrado de su nomenclator, en un alarde de
ingratitud o ignorancia total. O tal vez de ambas cosas.
No falta quien diga que Lugo, como ciudad, es
desagradecida. Siempre he notado la falta de personas ilustres de la historia
local, dando sus nombres a nuestras calles, ensalzando su memoria y como
ejemplo para todos. No voy a citar nombres, pero faltan muchos, mientras
tenemos calles dedicadas a los más dispares elementos, como al túnel de Oural o
a diversas flores de jardín, ni siquiera propias de nuestra flora autóctona.
La ciudad, tal como la vemos hoy, se debe a pocas personas
que tuvieron visión de futuro y la configuraron adecuadamente. Con sus obras
hermosas y sus infraestructuras que aún nos dan servicio. Olvidarnos de esas
personas me parece deleznable. Y no hablo de negarles una calle con su nombre.
Hablo de quitárselo a una que honraba a un gran benefactor nuestro.
Hoy mi querido profesor,voy a ser un poco drástico,en esta sociedad en que vivimos,crees que a parte de presumir y cobrar,los políticos,tienen algo más que hacerlevantar el dedo,y cobrar...es una vergüenza,que cuando no tienen que hacer,digan vamos a cambiar el nombre de las calles,y resulta que personajes significativos de Lugo de la ideología que sean..pierden su identidad,no merecemos nada en cuanto a quien nos representa,confío en que los que yo considero coherentes,sigan avanzando a partir del domi go una nueva legislatura,y haber si de verdad se convierten en funcionarios políticos y no en políticos funcionarios,feliz entroido besos a tu hermsna y en casa.
ResponderEliminarSí, querido anónimo. Me duele esa soberbia ignorancia de los que creen que lo saben todo y que lo que ignoran es porque no existe. Ya que hablas de elecciones, te diré un eslogan postelectoral: una cosa es predicar y otra dar trigo. Quienes tenemos cierta edad, alucinamos aplicando a m.as de uno aquello de quién te ha visto y quién te ve... Besos.
ResponderEliminarEl Obispo Izquierdo no puede caer en el olvido. Gracias por reivindicarlo.
ResponderEliminarUn abrazo
Chiruca
Lo recordaremos tú, yo y cuatros viejos. Gracias por el comentario.
EliminarEstimado Emilio,
ResponderEliminarConta vostede que D Gregorio Sanz e D. Gonzalo Paz lle explicaron, de neno, quen fora o bispo Izquierdo.
Se cadra o problema é que hoxe en día non hai moitos que lle conten ós lucenses quen foron e que fixeron o Bispo Izquierdo, Cobreros, Maquieira, Xoán Montes, Gustavo Freire, Ángel López Pérez, incluso Ramón Ferreiro; e tantos outros que (aínda) están nos nomes de espazos en Lugo.
Polo que é de agradecer a labor de xente coma vostede que nos chama a atención sobre algunha desas persoas que merecen a lembranza nas nosas rúas.
Así é, Anxo. Hai unha presada de nomes, correspondentes a outras tantas persoas de acá, que dignificarías as nosas rúas e darían pé para explicaren aos nosos as súas obras e a razón de seren lembrados. Mentres, o Tunel de Oural, a azalea es outros tantos darán nomes a rúas merecedores de mellor trato. Gracias polo seu comentario.
ResponderEliminarGracias Emilio por las preguntas que nos sugieres siempre, y por tu esfuerzo en indagar en esta arqueología de los sentimientos.
ResponderEliminarEn estos tiempos una persona que ha caído en el olvido como el obispo Izquierdo no le interesa para nada a un político.
Lo de la construcción de fuentes para los peregrinos y para los lucenses, es un detalle de una modernidad sin precedentes (dar de beber al sediento).
Dos cosas, Alfonso. Quitar una calle a un obispo, queda bien entre gente cateta. Pero ya ves, se le quitó al obispo que más cosas hizo por la ciudad cuando era como señor feudal en ella. Lo de las fuentes públicas es un detalle que vemos con ojos de hoy. En aquellos tiempo, la posesión de un pozo era una fuente de riqueza, pues suponía vender agua a quienes carecían de él. Y a los peregrinos. Creo que aquello no gustó mucho a los lucenses de entonces. Gracias por tu comentario, Alfonso.
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