Es entonces cuando Lugo se nos hace más íntimo. El que nos
hace revivir múltiples recuerdos y evocar a tantas personas que compartieron
cariño con nosotros.
De un modo u otro, el otoño está aquí y es tiempo de
castañas, magostos, vinos nuevos y cuentos junto al fuego.
Es un tiempo en el que no sabemos si las hojas secas
sueltas por el suelo son consecuencia de la desidia de los barrenderos o es que
acaban de ser juguetes del viento antes de haber estado pegadas a las ramas
como estuvieron durante todo el verano. Pero siempre terminarán en el suelo y
en las cámaras de compostaje, como quiero creer que se hace en una ciudad con
unas autoridades tan comprometidas con todo lo bueno, que es mucho.
Paseo por mis calles de siempre, las veo bonitas. Miro las
casas, las fachadas, los balcones, las barandillas. Y no me canso de mirarlas y
descubrir en todo nuevos motivos de admiración hacia quienes, tiempo atrás,
supieron crear objetos útiles y bellos de tal forma que, hoy, siguen siendo tan
útiles y bellos como el primer en que se construyeron, o tal vez se idearon.
De eso tenemos mucho en Lugo. En las calles de nuestro
casco histórico hay muchas casas para mirar y admirar. También, es cierto,
muchas faltan como en la calle de los Clérigos, donde antiguos y solemnes
palacios urbanos dejaron sus solares a otro tipo de edificios. Pero en los
alrededores de
Un aspecto limpio y nuevo, para nada reñido con nuestros
modos clásicos y que intuimos con interiores adecuados la las necesidades de
hoy. Aunque se mantienen tipos de construcción, (carpinterías a haces
exteriores con viseras superiores en los vanos), se acude a colores suaves,
casi tonos pastel, que suponen valor y un acierto en el realizador. También
actitudes valientes y novedosas, como los ventanucos en los postigos de las
puertas de los portales, para que nunca queden a obscuras.
Me gusta mucho comprobar cómo la ciudad se va adecuando a
nuevas corrientes. Tal vez la necesidad de viviendas obligue a estas
restauraciones, no lo sé. Pero sí sé que en estos tiempos, pasear por Lugo
representa para mí ir descubriendo nuevas actuaciones en casas que las mejoran
y que, además, contribuyen a configurar una ciudad más bonita y acogedora.
Es curioso que estas obras que alabo surgen de actuaciones
de particulares, supongo que bien asesorados. Nada que ver con esas obras
faraónicas que le han dado la vuelta a la ciudad con el fin de peatonizarla,
como bien vemos en
Pero este último es un tema del que no quiero hablar. Yo
paseo y evito las calles, peatonales o no, que me resultan adversas.

Me ha encantado lo de las calles adversas, una buena metáfora de la vida. Sin duda hay que caminar por las calles favorables, las que nos potencian con sus encantamientos.
ResponderEliminarPara apreciar el encantamiento de una calle con su nostalgia, hace falta un poco de silencio, de tranquilidad y que esté medio vacía. ¿Qué mejor época que esta, con las hojas doradas revoloteando por el suelo?
Gracias Emilio por toda tu poesía.