Vamos a pensar en todo cuanto encuentra ese supuesto viajero que llega a nuestra ciudad. Lo primero, tras dejar atrás unos jardines cuidados, una fuente del escultor Manuel Mallo y el homenaje a Pelúdez, es una hermosa vista de nuestro monumento emblemático y una magnífica puerta de acceso al recinto amurallado, abierta con diseño de Nemesio Cobreros con porte clásico, sereno y señorial. A la derecha de la puerta, un lienzo del Reducto Cristina, recuerdo de guerras civiles pasadas y a la izquierda, un atractivo tramo de la muralla. La ronda ajardinada y con bancos invita a soñar en todo cuanto se puede encontrar al cruzar la puerta. Todos deben pasar por ella si quieren adentrarse en la ciudad que, con esta vista inicial, se hace prometedora de múltiples maravillas.
El acceso a la plaza se
realiza poco a poco, pues el pasaje bajo la puerta es algo largo y, según nos
vamos adentrando, adivinamos diversos detalles capaces, por ellos mismos, de
encandilar a quienes lleguen. Imagino un barroco urbano de contrastes que no
nos permite ver la amplia plaza hasta que estamos inmersos en ella.
Nos encontramos con una
hermosa plaza airosa, despejada, alegre. Es irregular en su trazado, amplia y
con ambientes bien dispares. Tiene parte ajardinada, jardín infantil, terrazas
con sombrillas, bares de tertulias y gente, mucha gente que viene y va de un
sitio para otro. Este lugar es tanto de paso como de reunión, llena de vida. Vida
sanamente provinciana, no lo discuto, pero vida traducida en actividad y
entretenimiento. En ella nos encontramos con amigos, intercambiamos novedades,
vivimos. Eso se nota y lo perciben quienes entran a la plaza para visitarnos.
La ciudad bulle en esta plaza.
Llena también de recuerdos.
Siempre me han gustado los restos arqueológicos dispersos en el césped de uno
de los bordes ajardinados. Cosas frecuentes en nuestra ciudad: porción de una
tubería, un escudo, una semiesfera, todo en granito y una bonita prueba de lo
que, con ojos ávidos, es posible encontrar en nuestro paseo por Lugo. Pero como
quien no quiere la cosa, representamos allí lo de siempre en Lugo: estructuras,
servicios, adornos y familias. Pocos se detienen a contemplarlos, pero se ven,
se intuye, no se olvidan.
Hay árboles que son plátanos
de sombra en su mayoría. Bien dispuestos, al llegar el otoño se podan y
mantienen unas copas muy controladas en cuanto a su tamaño, no generando
problemas de volúmenes desmadrados, como ha ocurrido en otros lugares de la
ciudad. Junto a la zona infantil, ya terminando el ajardinamiento, hay algunos
magnolios de hoja caduca, que florecen a final del invierno y es cuando confieren
al lugar cierto aire de alegría, pues son anunciadores de los mejores tiempos
que están al llegar. Allí también, la estatua de D. Ánxel Fole, da testimonio a
propios y extraños, de una vocación ciudadana muy vinculada a nuestra cultura.
En la parte inferior de la
plaza, pues está en ligera pendiente, existe un parque infantil donde juegan
los niños con el bullicio y algarabía propios de los pocos años. Antes, en este
mismo lugar, hubo una pista de patinaje. Parece que el lugar está reservado a
juegos infantiles en el imaginario ciudadano.
De las casas ya hablaré en
otra ocasión, pues creo que en esta plaza están algunas de las más bonitas de
la ciudad. Muchas de ellas de principios del siglo pasado, todas son diferentes
en sus fachadas y me hacen pensar que, cuando se quieren hacer cosas bonitas,
el conjunto suele resultar armónico sin necesidad de haber hecho planes
previos. Las casas bellas definen un conjunto muy homogéneo sin ninguna que
desentone. Ocurre en esta plaza.
Ya digo, gente que viene y
va. Amigos que encontramos tomando algo. Camareros que cruzan la calle desde
los bares atendiendo las terrazas. Al fondo, niños con su griterío. Hermoso
decorado ciudadano para un convivir reposado. Todo esto mezclado y bien
mezclado, nos ofrece una de las plazas más hermosas de nuestra ciudad.
Gracias Emilio por este recorrido por uno de los lugares emblemáticos modernos de nuestro querido Lugo.
ResponderEliminarAbrazos
Chiruca
Gracias a ti, Chiruca, por segui mis escritos y comentarlos. Besos.
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