Para mí, es una calle barroca. Lejos, sí, de edificios ostentosos que fueron sede de organizaciones complejas, aquí nos encontramos con casonas familiares construidas en una época en la que el barroco era el estilo preponderante y como tal se utilizó. Hoy es una calle bonita y de hermosas casas de las que es fácil intuir que fueron unifamiliares. Fachadas hermosas, elegantes, con balcones amplios, como también los ventanales y, en lo alto, bajo la cornisa, el escudo familiar. ¡Qué pronto se dice esto! Sin embargo, si paseamos por la calle, sin prisas y observando todo, nos llevará un buen tiempo disfrutar de tanta belleza escondida en cada detalle arquitectónico.
Viendo tal ostentación
arquitectónica de riqueza, es fácil imaginarse a una gente adinerada,
satisfecha de sí misma y gustosa de mostrar su poderío económico. En parte lo
mostró construyendo hermosas viviendas, esas que aún nos resulta posible
admirar. Pero tal situación no fue estable, la calle, todos lo sabemos, fue
decayendo en su nivel social conforme avanzó el siglo y casi se fue apagando su
actividad. Se modificó el nivel social de una calle y, con él, el de la gente
que la habitaba. Dentro del recinto amurallado surgían nuevas calles con
edificios que hablaban de nuevos habitantes con nuevas y prometedoras
profesiones. Tal vez muchos vecinos de la Calle del Miño emigraron a otros
barrios buscando un rango social que desaparecía en la calle que abandonaban. Pero
al marchar, dejaron en ella la constancia del gusto y del refinamiento que
tuvieron ellos y sus antepasados y con el que llegaron a adornar sus casas. Aún
las podemos admirar hoy. Están alli con todo su esplendor. Muchas de ellas son
capaces de sorprendernos por su sencilla belleza.
En general, viene a ser lo de siempre, primeros pisos con balcones y los superiores con galerías. Pero no puedo dejar de este modo simple la descripción de las fachadas. Hay mucho más que eso, pues vemos detalles que no se repiten en ninguna otra casa de Lugo, como galerías individuales en cada uno de los balcones, también individuales. Los accesos a las casas, las puertas de los portales, son amplias, y en muchos casos, los vanos están festoneados por sencillas guirnaldas talladas a lo largo de todo el borde, tanto en las dos jambas como en el dintel. En el punto en que el festón debe torcerse para seguir el ángulo que forma la jamba con el dintel, se describe un bonito y amplio dibujo disimulando el ángulo recto que describiría el adorno de no ser así. En esos adornos, yo diría que superfluos, es donde encuentro el gusto de sus habitantes por lo bello, aunque no sea necesario. Al barroco a veces le gusta jugar con lo accesorio. No he visto adornos similares en muchas casas de Lugo. No digo que no los haya, simplemente que yo no los he visto. Esta calle es incomparable.
El paseo es bonito si vamos
con calma. Al fondo, la Tinería nos habla, su nombre lo dice, de antiguas
curtidurías. Cerca del matadero, allí se prepararon cueros y pieles hasta que
la modernidad apagó una actividad no competitiva. Las casas de la Tinería nos
dejan adivinar una época en la que aún no estaba bien definido el urbanismo
ciudadano. Todo muy extraño para los ojos de lucenses del siglo XXI,
acostumbrados a fachadas muy simétricas en las casas, pero explicable en
aquellos lugares en los que una cruel degradación social castigó al entorno a
la pobreza y, por tal, hacer injustificable cualquier tipo de renovación. Hoy aquello
es historia, y se pretende restaurar todo el entorno, tanto en lo social como
en lo urbano, respetando las estructuras tal como han llegado a nosotros,
definiendo un paisaje urbano sorprendente. Los porteros automáticos en los
portales nos hablan de una restauración incipiente, así como otros detalles
visibles para ojos sagaces.
La calle en ligera pendiente
nos ofrece una perspectiva singular en Lugo, pues entre tejados aparece la
torre del reloj de la catedral. No creo intencionalidad ninguna en el detalle,
pero es otra convergencia de las muchas que encuentro con otras ciudades centroeuropeas,
más o menos lejanas.
Tengo que dar un paseo por a Rúa do Miño y visualizar tu detallada descripción.
ResponderEliminarGracias Emilio.
Abrazos
Chiruca
Cuando vayas, visita la sede de Turismo, te gustará ver el interior de una casa antigua. Gracias por tu comentario, Chiruca.
EliminarSeguro que me guataría más estar paseando por la Rua do Miño pero como no puede ser, con tu descripción la estoy también visualizando y disfrutando. Gracias
ResponderEliminarEs bonita calle, Antonia. La degradación social la resguardó de derribos y nuevas construcciones especulativas. Hoy la tenemos casi como en el siglo XVIII. Gracias por tu comentario.
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