Cuenta
Pero, siempre hay alguna adversidad, y aquí comienza
la historia que relato, una vez que Perséfone recogía flores del campo, en el
suelo se abrió una grieta y a través de ella la secuestró Hades, dios de los
infiernos, llevándosela a lo profundo. Las amigas de Perséfone, atestiguaron
quién había sido el captor.
La diosa comenzó a errar por la tierra buscando
ayuda y olvidando su cometido de jardinera terrenal. Al poco, los paisajes
comenzaron a secarse, no había flores y el verdor escaseó. Luego también
faltaron frutos y fue entonces cuando Zeus decidió que había que terminar con aquel
asunto, que comenzaba a ser desagradable que ocurriese en los jardines del
Olimpo. También en toda la tierra, pero eso le preocupaba menos. A él y a los
demás dioses lo que les preocupaba eran los fruteros vacíos de frutas.
Fue cuando llamó a Hades y obligó a devolver su hija
a Démeter. Hades, enamorado, se resistía a obedecer el mandato. La niña quería volver
con su madre y dijo a Zeus que, como prueba de su rechazo a Hades, no había
probado ninguna golosina que él le hubiese ofrecido a lo largo de su cautiverio.
Aquí estuvo el error de Perséfone, pues su raptor dijo que le había ofrecido
granadas y ella había comido cinco. Se enfadó Zeus por haber sido engañado y
castigó a la muchacha a permanecer con su madre cierto tiempo a lo largo del
año, pero tendría que bajar a los infiernos a estar con Hades tantos meses como
granadas había comido de su mano.
Así ocurre desde entonces. Cuando Perséfone está con
su madre, toda la superficie terrestre es un jardín. Pero cuando baja a los
infiernos a cumplir su castigo, Démeter se desentiende de su cometido y toda la
naturaleza parece morir, sin flores y triste. Pero todo parece resucitar en
cuanto Perséfone retorna a estar con su madre, que vuelve a cuidar el jardín
terrenal con el esmero que siempre tuvo. Y así desde entonces.
Hasta aquí el mito, que ya Homero nos lo relata en
Paseo por Lugo en marzo, casi todos nuestros árboles
lucen sus flores y nos alegran la vista. Me acuerdo de Démeter y, aunque sé que
es ficción, pienso que no es nociva e ilusiona a muchos. Quiero pensar en esa
diosa que alegra la ciudad con flores como en Navidad los Reyes Magos llenan la
ciudad y sus calles de ilusión. La fábula, el mito, se mantiene porque nos
gusta y no hace daño a nadie.
Al recorrer Lugo, compruebo que Démeter ha paseado
por nuestros jardines dejando su sello en ellos. En el Campo del Castillo
florecieron los magnolios de hoja caduca, de flor tan efímera como vistosa. Las
camelias han aparecido
en muchos camelios de Santo Domingo y de otros lugares, Los prunos han sido los
primeros que respondieron a la caricia de la diosa. Los rododendros que hay
frente a la iglesia de las Agustinas, en Santo Domingo, ya son una llama roja. Aún
tardarán algo en florecer los espectaculares cerezos que tenemos dispersos por
diversas plazas.
Nuestros jardines están mejorables, pero ahora alegran la vista a quienes miran perdonando. Incluso si se dan cuenta de que algunos árboles muertos todavía no han sido repuestos por otros vivos.
Primos,rododendros,cuanto me falta por conocer,desde casa,mejorías y como siempre besos
ResponderEliminarMe alegran esas mejorías que me comentas. Besos
ResponderEliminarQué míticos los magnolios del Campo Castillo!
ResponderEliminarBesos
Chiruca
Cierto, Chiruca.
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