Tiempo convulso éste para el centro de Lugo. Se cambian direcciones, se destrozan jardines y se trasplantan árboles sin atender razones. Todo a cambio de palabras en las que se puede creer o no. Si nos referimos a los hechos, tenemos como referente lo de San Marcos o Quiroga Ballesteros, que siempre habrá alguien a quien les guste, pero a la mayoría, no. La Mosquera es lo que menos mal ha quedado.
Mientras, la Muralla sigue estando con nosotros sin sufrir cambios. Con sus puertas por las que entra y sale la actividad ciudadana, hoy como ayer. Hay puertas recónditas, primitivas con la belleza, e información, que aporta el ser originales. Puertas que debemos mirar con respeto. Otras se fueron abriendo según las necesidades que aparecían.
Una de ellas, la del Campo Castillo, me gusta de modo especial. Es obra de Nemesio Cobreros, que la realizó a mediados del siglo XIX. Está situada en una parte relativamente ancha de la Muralla, lo cual hace que, bajo ella, se genere un túnel algo largo, cubierto con bóveda de medio cañón. En momentos de silencio, es posible percibir un tenue efecto de eco generado por ella.
La parte interior de la puerta aparece como encajado entre casas que la flanquean a ambos lados, pero su frente está orientado al exterior de la ciudad. Allí, fuera, podemos admirar la obra en toda su dimensión artística. Es sobria y elegante. Presenta un repecho macizo, ciego, a cuyos lados descienden hasta el suelo sendas bandas de granito visto, enmarcándola. El borde de la bóveda también tiene presencia en este frente mediante un perfil también de granito visto. En el interior de la puerta, bajo la bóveda, las paredes están enfoscadas en blanco, salvo una banda de granito visto, situado a algo más de un metro de altura sobre el suelo. En la parte superior, el encuentro de las paredes laterales con la bóveda superior está remarcado por otro perfil que corre a lo largo de toda la estructura.
Para encajar esta obra en la Muralla, Cobreros diseñó sendos taludes a ambos lados de la puerta y también los enfoscó, dejando un conjunto tal como nos es posible verlo hoy, elegante y sobrio.
Me gustan las obras que Nemesio Cobreros nos dejó en Lugo. Creo, es mi opinión, que ha sido el arquitecto que más influyó en nuestra ciudad durante el siglo XIX. Muchos grandes edificios construidos bajo su dirección siguen prestando sus servicios a día de hoy, como pueden ser el Seminario Mayor, el hoy llamado Vello Cárcere, la fachada del Palacio de la Diputación o el colegio de monjas de la plaza del Ferrol, por no hablar de la torre del reloj del Concello ni las de la fachada de la Catedral o algunas puertas y escaleras de acceso a la Muralla.
Si tuviese que definir a Cobreros con algún adjetivo, o dos, diría de su obra que fue comedida y proporcionada. Siempre me ha gustado la serenidad que emanan las fachadas de sus edificios, perfectamente proporcionados al lugar que ocupan. Esa misma serenidad les proporciona cierto aire elegante que nunca pasa desapercibido a quienes lo ven por vez primera. Es una tónica general de su obra: todas ellas ocupan su espacio, realizan su función y nunca semejan estar de más.
A veces, con los grandes creadores no se tiene claro a partir de qué obra suya enjuiciarlo, si con una obra compleja en la que todas sus características están ampliamente plasmadas y desarrolladas, o con una obra sencilla en la que, con solo cuatro rasgos, queda definido todo el genio creador del artista. En el caso de Nemesio Cobreros, yo lo describiría con sólo esta puerta, pues en ella encuentro todo su genio de manera indiscutible, pero sin ningún afán protagonista.
Tal vez sean muchos los lucenses que nunca se hayan fijado en esta puerta. Creo que ese es uno de los detalles de su elegancia, el estar sin llamar la atención, pero cuando la miramos con ojos ávidos, encontramos en ella mucho más de cuanto podríamos esperar.
El nombre de Nemesio Cobreros ha estado ausente de nuestro callejero hasta hace muy poco tiempo. Algo muy lucense.
La obra de Cobreros singular efizaz,y bellísima,y el eco que produce la puerta del campo Castillo lo he comprobado en varias ocasiones,muy original,está simbología que produce,desde esta familia besos ahora y siempre.
ResponderEliminarGracias por el comentario. Qué tal todo? Besos en casa
EliminarEmilio Valdé nos hace formar parte de esa muralla llena de misterios, de huellas tan difíciles de interpretar.
ResponderEliminarEl atractivo de toda muralla es explorsrla y atravesarla pata descubrir sus tesoros.
Gracias Emilio
Siempre es nueva incluso para quienes la conocemos desde siempre. En cada momento nos dice cosas nuevas, o la vemos de diferente modo, según nuestro estado de ánimo. Gracias por el comentario.
EliminarToda ciudad amurallada tiene un pasado, posiblemente atormentada por el suplicio de algún asedio.
ResponderEliminarEmilio Valadé nos acompaña y nos descubre los secretos ocultos en cada piedra, que él es capaz de descifrar.
Alfonso Barrios
Gracias, Alfonso, por verme e interpretarme de ese modo. Emilio
ResponderEliminarNemesio Cobreros es todo un referente de la arquitectura del siglo XIX en Lugo.
ResponderEliminarCuando pase por la Puerta del Campo Castillo, volveré a leer tu artículo.
Besos
Chiruca
Gracias, Chiruca. Coincido contigo en cuanto a la importancia de Nemesio Cobreros en la arquitectura lucense. Besos
ResponderEliminarA este paso me voy a hacer fan de Nemesio Cobreros, tal y como hablas de él. Yo soy una de esos lucenses que no se fijan apenas en los sitios por donde pasan, y seguir este blog me lo está mejorando bastante, con lo que disfruto más del entorno, la verdad sea dicha. Me ha encantado lo del eco en la Porta do Campo Castelo y recordar que de hecho fue él el "culpable" del diseño en plan panóptico de la antigua cárcel del partido, entre otros. ¿El Cantiño de Nemesio Cobreros cuándo aproximadamente le cambiaron el nombre? Gracias. Silvia
ResponderEliminarAsí es, Silvia. Si nos fijamos en las obras lucenses del siglo XIX, nos encontramos con las de Cobreros entre las que perduran de manera más digna y cumpliendo sus funciones. A veces me gustaría conocer qué pensaron los lucenses de entonces al ver crecer estos edificios, tan gandes y solemnes. Me gusta que las dos torres de la fachada de la catedral, obra suya, no desentonen del conjunto. Me alegra que mis escritos te ayuden a ver nuestra ciudad de un modo algo diferente. Lo del cambio de nombre es reciente, aunque desconozco la fecha exacta. Gracias por leerme. Emilio
ResponderEliminarEncántame o que escribe Silvia acerca de como grazas aos teus artigos cambian os lugares polos que se pasa (cando se camiña ou se fan recados), enriquecéndose e levándonos a que os difrutemos máis.
ResponderEliminarQue boa misión, Emilio, axudar a aque a xente queira máis a súa cidade!