Me gusta la iglesia de las Madres Agustinas. Me gusta su fachada barroca con aires rurales, su porche de entrada, con reminiscencias italianas y dándonos la sensación de encontrarnos en la antesala de un palacete. En este caso, el palacete sería la iglesia conventual.
Con planta de cruz latina y tres ábsides, nada más entrar produce una cierta sensación de oscuridad, debido a que la fachada está bloqueada por la presencia del edificio de una entiidad bancaria, que la tapa, así como la entrada de luz por el rosetón que debería estar en ella.
Pero pronto nos acostumbramos al
cambio de luminosidad y descubrimos una iglesia muy familiar, con dimensiones
muy acordes con el modo de ser de sus habitantes, las monjas, presentes, pero
sin querer hacerse notar. La iglesia tiene tamaño adecuado, no impresiona ni
busca la grandeza que parecen buscar otros edificios similares.
Sus paredes, desnudas, se
beneficiaron hace poco tiempo de una buena labor de blanqueo. También esas paredes
confieren una luminosidad ambiental grande, reforzada por al albor de la
cúpula, semiesférica y de superficie lisa. Solamente discretos perfiles, de
granito visto, muestran los límites de superficies.
Nada más penetrar, a ambos lados
de la nave principal nos encontramos los respaldos de lo que pudieron ser
asientos de un coro ya desaparecido, pero allí están invitándonos a evocar
tiempos pasados.
Tambén a ambos lados de esta misma
nave, hay dos buenos retablos, a los que se les retiró la mesa de altar, pero
ellos siguen allí. Son hermosos, dorados, con ese tono propio de los retablos
del siglo XVIII cuando fueron tallados y dorados por buenos artesanos. Las
gubias trabajaron con gusto moldeando volutas, rizos y caracolas. Los dorados
aún reflejan las luces que les llegan desde las lámparas. Bonitos los dos,
ambos están rematados por la representación de un pelícano, símbolo de Jesús,
ya desde antiguo, pues S. Tomás de Aquino lo utilizó. Ambos pelícanos tienen
las alas en disposición al vuelo.
Clasifico en dos grupos las
imágenes situadas en estos dos retablos. Unas, anodinas, fabricadas en serie,
que responden a devociones populares actuales. Otras, hermosas, los siglos no
pasan por ellas por más que sus ropajes imiten remolinos de vientos o caídas
tranquilas de caminante reposado. Algunos representan a santos desconocidos en
la actualidad y ya carecen de devotos. Todas estas imágenes descansan en
hornacinas cuyos fondos reproducen paisajes pintados, como si nos los
hubiésemos encontrado al pasear. Lástima que el tiempo ha sido cruel con estas
imágenes, dejando en ellas una fea pátina de polvo, que convendría retirar con
métodos especializados.
Si hablo de imágenes, recuerdo que
en esta iglesia se celebran actos en honor de patronas de otras tierras, como
En el ábside derecho hay un grupo
que quiero comentar. Es un Misterio, entendiendo que se conoce con este nombre
a cualquier representación, de más de una figura, de un momento de la vida de
Jesús. Éste recibe el nombre genérico de Calvario: Jesús en la cruz y a su lado
en pie, su Madre y S. Juan. Si nos fijamos, tienen diferente estatura, y no es
un error. Es el modo que tenían los escultores de realizar una especie de
perspectiva, adjudicando el tamaño mayor al personaje más importante, yendo los
demás disminuyendo en tamaño de modo proporcional a su importancia en la
representación. Un método estrenado por el Maestro Mateo en su Pórtico de
Me gusta este Misterio.
Me gusta este sitio de manera particular,y no merece ningún comentario,más digno de darte las gracias,por que me servirá de guía para apreciar toda tu sabiduría y entendimiento cuando esté en esta Iglesia,la cual frecuento muchísimo,ahí hace unos días fue el funeral de la mamá de una prima mía,creo que amiga tuya,que me dio recuerdos para ti,se llama maripaz castro miragaya,imagino la recuerdes,feliz verano,y dile al sol que salga dentro de la biología que ni se le ve ni se le espera,bs en casa.
ResponderEliminarGracias por el comentario. Sí, tengo cariño a esas monjas y a su difunta Madre Superiora, María Elena. amiga familiar. Me gusta que disfrutes de la intimidad de ese lugar, casi desconocido en Lugo. Gracias por el comentario.
ResponderEliminarSiempre me gustó visitar esta Iglesia.
ResponderEliminarCuando reformaron la Iglesia de San Froilán al principio de la década de los 70, el culto parroquial se trasladó a esta Iglesia. Fue una buena ocasión para que los lucenses la disfrutásemos más.
Abrazos
Chiruca
Recuerdo ese tiempo. Ahora tiene un horario incómodo para el visitante, pero ha sufrido muchos robos y no pueden estar vigilantes todo el día. Gracias por tu comentario, Chiruca.
ResponderEliminarEmilio, este paseo que nos propones no es para paseantes ociosos, es que no paras de hacer sabias observaciones. Es extraordinario con qué precisión nos muestras todos los elementos interiores y exteriores (la del banco o el negocio que sea, por desgracia, es frecuente en bastantes fachadas de iglesias y catedrales españolas).
ResponderEliminarLo del pelícano representando a Jesucristo es otra curiosidad. Quizás el artista trataba de evocar el paseo sobre las aguas del mar de Galilea de Jesús. Gracias por mostrarnos tantas bellezas.
Gracias, Alfonso, por tu comentario, siempre excedido.
ResponderEliminarLo del pelícano ya fue utilizado porS.Tomás de Aquino, (Pie Pelicane, Jesu Dómine...) en un himno suyo llamado Adorote devote. Segun la leyenda, el pelicano, se hiere en el cueyyo para, con su sangre, alimentar a sus poyuelos. Jesucristo nos alimenta espiritualmente con su cuerpo y con su sange. Es un sámbolo barroco de Jesús y relativamente frecuente coronando retablos.