Si tuviese que aplicar un calificativo a este templo, sólo uno, lo tendría sencillo: Solemne. Así es como lo veo cada vez que penetro en él. No hay sorpresa, pero la sensación de sentirme dentro es la misma, la de encontrarme inmerso en un espacio singular. Tal vez fue el fin buscado por los constructores, allá por el siglo XII, cuando se pretendía inspirar en los presentes la sensación de la grandeza divina frente a la pequeñez humana. Hoy se sigue inspirando ese sensación.
Aunque
hay algunas cosas que afearle al interior, el conjunto supera esas cosas que,
por otra parte, son sencillas de subsanar. No entiendo ese aspecto de trastero
transitorio que encontramos nada más entrar en el edificio. Paneles
explicativos de diversos eventos, apilados contra los muros desde no sabemos
cuánto tiempo, pero con aspecto de seguir allí. ¿A nadie molestan? Parece que
no.
Las imágenes son heterogéneas en su estilo. Las hay recientes, de baja calidad tal vez reclamadas por una piedad popular no muy devota de mejores estilos, esos que representan santos envueltos en ropajes removidos por vientos impetuosos, con aire de estar traspuestos en los séptimos cielos. No, aquí las imágenes nos representan a santos en posturas tranquilas, como de merecido descanso.
En esta
iglesia, elegante siempre, hay cosas que me extrañan. En una de las estructuras
ideadas como sepulcrales, hay una pintura que no tiene explicación de ningún
tipo. Viene a representar un tríptico cuyo tema central recoge una bonita
escena relativa a
Si quitan
los paneles, quedarían las naves limpias y daría gusto verlas. Ese sería el San
Pedro al que tenemos cariño, pues todos tenemos recuerdos asociados a esta
Parroquia. Allí hice mi Primera Comunión, un día de Corpus. Otros fueron bautizados
en esta iglesia, o en ella se casaron sus padres. O mil cosas que a cada uno
traen evocaciones diversas, siempre entrañables.
San
Pedro, abside gótico, austero, y cubiertas mudéjares, de madera. Ese conjunto
confiere al interior del templo una gran acústica. Cuando la fuente de sonido
se sitúa en el ábside central, los sones ascienden hasta que la misma curvatura
gótica del ábside los orientan hacia el centro del templo y, cuando llegan hasta
el techo, no reverberan en la madera. No hay eco ninguno, el sonido se oye
limpio, sin mezcla de ningún efecto parásito debido a reflejos. En San Pedro
escuché por primera vez
Las obras
de restauración de la vecina capilla de
Si, la
iglesia de San Pedro es para presumir de ella.
Hoy mi queridisimo profesor,no voy a decir nada más que gracias por esta ilustre guía de bolsillo,ante la cual,la próxima vez que vaya a San Pedro la observaremos y contemplare a conciencia sabiendo lo que veo,y lo que hay,gracias a mi maestro,lo que sí en percata minuta voy a manifestar,es hasta la vagancia de los Curas,tanto cuesta quitar,unos papeles al cubo de la basura semanalmente,y poner los nuevos de la semana,un cura que tenga veinte parroquias,un decir tiene dos minutos en medio digo yo... besos en casa,yo ahora sabes que vivo solo,pero los envío al Cielo de tu parte,también para tu hermana.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Sí, se que tienes parientes proximos en el cielo. También en Lugo hay quines te quieren mucho. Lo de los paneles amontonados tal vez no sea tan sencillo de resolver, pero ya sabes que querer es poder. Besos en casa.
ResponderEliminarCuántos recuerdos afloran en mi mente al leer tu artículo.
ResponderEliminarAbrazos
Chiruca
Me alegra saber que revuelvo tus recuerdos, que estaban ahí. Besos
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