Cuando veo alguna noticia en la tele, un reportaje, una entrevista, lo que sea, me fijo en los suelos de los lugares presentados o los que se encuentran en el entorno de los protagonistas de las noticias que se comentan. De este modo, compruebo la diversidad de suelos que hay en los lugares que nos van mostrando los televisores. Colores y diseños se mezclan formando una bonita variedad de suelos que hacen agradable pasear por ellos.
Hay quienes sólo se imaginan suelos de color gris, para ellos
resulta una sorpresa encontrarse con variedad de colores posibles para tal
utilidad. Pero hay nuevas técnicas que nos han traído otras maneras de
enjuiciar los pavimentos como elementos en los que suele desarrollarse parte
importante de nuestras vidas. Forma parte de nuestro vivir ciudadano.
En nuestra ciudad los suelos son grises. Tristemente grises,
con gloriosas excepciones. Y digo grises con el mismo tono con el que me
refiero a vidas grises. Carentes de algún tipo de detalle que las haga sobresalir,
más bien monótonas sin perspectivas de futuros cambios.
Tenemos, sí, calles en las que se han renovado pavimentos incluyendo incluso losetas de diferentes colores para generar pavimentos con lucidos y originales diseños, como se ha hecho en Luis Seoane y en todo el barrio de Recatelo. Pero las losetas son de diferentes tonos de gris, color casi emblemático de nuestros suelos. Los pavimentos grises y los adornos gris oscuro, aunque casi negro, no ofrecen un espectáculo muy acogedor, más bien extraño al mezclar dibujos agradables con colores inhóspitos. Es lo que encontramos en las recientes actuaciones de suelos que se han realizado en nuestras calles, en plan peatonalizar y hacer más agradable su uso por nuestra parte.
Es cierto que por Paradai y
Tampoco todo es malo, se me puede decir. Y es cierto, pero
para ver casos de suelos bonitos nos conviene mirar con atención.
Propongo tres casos:
El primero de ellos es una parte ordenada hace años.
Discurre entre la puerta del Campo Castillo y la del Obispo Aguirre. En ella
encontramos un suelo, también gris, formando un dibujo bien definido, bancos
agradables a la vista, aunque sin respaldo, pero con buena jardinera en uno de
sus lados. Farolas con reminiscencias isabelinas. El conjunto es armónico y yo
diría que infunde serenidad.
El segundo es
El tercer ejemplo que comento es
La calle, recta, discurre entre la plaza de
Esto es una especie de apoteósis de la arquitectura urbana.
ResponderEliminarSin lugar a dudas, el suelo dice mucho porque en él se refleja la luz, y brilla el sol. Recuerdo los antiguos adoquines que tapizaban nuestras calles en tiempos pretéritos y cómo brillaban mojados por la lluvia, desgastados y pulidos por el paso de los años, de las persons, de los carros, y el brillo iridiscente de los rayos del sol rebotando sobre ellos.
Gracias Emilio por crear este remanso de paz. Esto es una especie de apoteósis de la arquitectura urbana.
Sin lugar a dudas, el suelo dice mucho porque en él se refleja la luz, y brilla el sol. Recuerdo los antiguos adoquines que tapizaban nuestras calles en tiempos pretéritos y cómo brillaban mojados por la lluvia, desgastados y pulidos por el paso de los años, de las personas, de los carros, y el brillo iridiscente de los rayos del sol rebotando sobre ellos.
Gracias Emilio por crear este remanso de paz.
Gracias, Alfonso, por este comentario, díría que dímero. Siempre me han gustado los suelos y su origen en cada lugar. Por ejemplo, los que utilizan guijarros en lugares cercanos a zonass de sedimentación fluvial, por ejemplo, o de hormigón que hablan de vacuidad de proyectos. Ya me entiendes. Un abrazo.
ResponderEliminarSoy Chema Alonso Teijeiro,y me gustaría decirte,que el suelo de Lugo,en su color destacará,será bonito,o poco agradecido no lo sé,lo único que puedo afirmar es que es un desastre,un suelo en obras continuo,donde las baldosas se estropean al cargar coches y camiones,al arreglar una obra,y una vez arreglada,vuelven a meter más peso,una vergüenza,a parte de la gente,que se cae por las calles,tropezando en las baldosas,si interesante es el color del suelo,más interesante es su conservación,que vergüenza,un abrazo mi querido profesor y en casa,por cierto me pareció muy inteligente y educadisimo un chico que iba acompañándote hoy,siempre te rodeas de gente buena,por algo será...
ResponderEliminarChema, todo lo que dices es cierrto. En estos días, la calle San Marcos, tan llena de remiiendos, vuelve a ser una típica calle lucense. Es lo que nos toca, o dejamos que nos toque. Pero sí, un suelo bonito, acogedor, confiere más calidad a nuestro vivir cotidiano, pero, ya sabemos. Besos. Daré tus saludos a David y, sí, inteligete y educado, con ganas de saber. Lo propio de su edad. Besos.
ResponderEliminarGracias Emilio por hacernos admirar y valorar el suelo que pisamos.
ResponderEliminarUn abrazo
Chiruca
Gracias, Chiruca, por tu comentario. Besos
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