jueves, 23 de julio de 2020

Torres ciudadanas (Publicado el 20 de julio de 2020)


Podríamos pensar en la torre como una estructura alta, que confiere cierto prestigio al edificio del que forma parte. Me gustan nuestras torres. No me refiero a las que configuran el perfil urbano lucense: las de la Catedral y el Ayuntamiento. Me refiero a torres más pequeñas diseminadas por calles y plazas. 

Tenemos una torre como de leyenda, almenada, granítica, en el edificio construido por el Obispo Izquierdo situado en la Praza do Campo Castelo. Pero la mayoría de nuestras torres pertenecen a edificios religiosos y poseen campanas, por eso muchos les dan el nombre de campanarios. De planta cuadrada, arrancan desde el suelo o bien aparecen como añadidas en algún nivel de la estructura del edificio. En su parte superior suele haber un habitáculo, que es el campanario propiamente dicho y cuyo techo está abovedado de modo que sirve de caja de resonancia cuando tañen las campanas. El campanario posee ventanas abiertas a los cuatro vientos y en ellas están las campanas, de diferentes tamaños y tonalidades. 

Creo, es mi opinión, que las más antiguas que tenemos son las de los conventos que pertenecieron a dos Órdenes mendicantes, dominicos y franciscanos, que estaban dentro de la Muralla. Las vemos en las actuales plazas de Santo Domingo y de la Soledad. En ambos edificios, las torres poseen tejado a cuatro aguas, dando aspecto de remate piramidal. Creo que es más antiguo el correspondiente al actual convento de las Agustinas, pues el adosado a la iglesia de San Pedro, aunque también tiene su tejado a cuatro aguas, posee su remate barroco, como nos lo muestran las balaustradas pétreas de los balcones que hay bajo los huecos de las torres. Tal vez, sigo opinando, esta torre, la de San Pedro, se construyó en dos fases, pues sobre el cuerpo general, muy rural, se construyeron los balcones barrocos y recibió con ellos un aire de mayor riqueza. No sé, solo es una opinión. 

Este tipo de torres rematadas por tejados a cuatro aguas, fueron muy comunes en las construcciones señoriales desde los tiempos del románico hasta final del siglo XVII. Este es el caso de las torres de la catedral de Astorga o del Alcázar de Toledo. No era un estilo gallego, más bien importado. 


En el siglo XVIII hubo fiebre constructora en nuestra ciudad impulsada por el Obispo Izquierdo. Hoy nos es posible encontrar su escudo en diversos monumentos ciudadanos, como la Puerta de Santiago, o la Fuente de San Vicente, así como en una casa de aire palaciego con hermoso balcón y situada en la calle que tiene su nombre. 

A esta época corresponden las demás torres lucenses, o casi todas ellas. Las que más me gustan son las de la iglesia de San Froilán, por esbeltas y generosamente barrocas. Placas en su superficie, le prestarán juegos de luces y sombras a lo largo de los días soleados. Lucen profusión de barandillas y obeliscos labrados en granito, pero con ese afán de recreo ornamental, tan gallego, que parece indicar que, aquí, el trabajo con granito es cosa fácil. Las torres ya no están rematadas por tejado a cuatro aguas. Inspirándose en el Obradoiro santiagués, el remate es una semiesfera culminada por una o más pequeñas esferas. 

De estructura más o menos similar, tenemos la de A Nova y, fuera de Muralla, siguiendo el Camino de Santiago, la de una iglesia de tono rural y armónica en sus proporciones, la iglesia del Carmen. 

Por último, comentaré una torre que me intriga. La del convento de franciscanos, en la Plaza Maior. La torre en sí no es gran cosa. Vista desde lejos, me resulta difícil decidir su estilo arquitectónico, pero bien puede ser algo indefinible. Lo que me extraña de ella es su remate, formado por una estructura de flejes metálicos que conforman como un encaje calado. 

No se a qué época asignarla, pero quiero creer que forma parte de la corriente que, al integrar el hierro en la construcción, quiso dotarlo de belleza. Su obra maestra es la Torre Eiffel, pero hay múltiples exponentes de esta corriente. Me gusta imaginar que este movimiento innovador llegó a Lugo dejando su impronta en nuestra Praza Maior.



2 comentarios:

  1. Gracias Emilio, con tu descripción de las Torres de Lugo, las visualizo en su contexto histórico.
    Abrazos
    chiruca

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  2. Gracias a ti, Chiruca, por tu comentario. Tal vez por cotidianas las tenemos casi dejadas de lado.

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